02/02/2016/El COnfidencial/AJV
Casi el mundo acude al médico ante signos evidentes de enfermedad, como la pérdida de peso acelerada y repentina, la presencia de sangre en las heces u orina, los bultos o lunares en la o cualquier dolo fuerte al que no se encuentre explicación, pero hay otros síntomas sutiles que pueden pasar desapercibidos. Son estos:
Aunque tenemos la sensación de que el cáncer es la enfermedad más extendida y peligrosa, solemos olvidar que desde los años 70 el porcentaje de supervivencia de los enfermos se ha multiplicado por tres, en parte por el enorme avance en los tratamientos, en parte por los programas de cribado que garantizan un diagnóstico precoz.
Lo cierto es que la mayoría de cánceres son fácilmente tratables si se detectan antes de que el tumor se haya extendido por varias zonas del , pero, por desgracia, no todo el mundo acude al médico a la más mínima de que algo va mal: en muchos casos porque no da importancia a algunos síntomas cruciales.
Como explica en ‘The Telegraph’ Peter Johnson, profesor de oncología médica de la Southampton University, “muchos de los primeros síntomas del cáncer son vagos y no específicos, y la gente debe estar atenta a ellos para informar a su médico si es necesario. Pero no somos buenos prestando atención a nuestros cuerpos, así que ignoramos síntomas menores que, ocasionalmente, pueden estar provocados por un cáncer temprano”.
Atento a las señales de alarma
Ninguna persona sin la formación adecuada está capacitada para saber si tiene cáncer por sí misma, pero la línea que separa al hipocondriaco del prudente es en ocasiones demasiado fina. Según un estudio elaborado por Cancer Research UK, y publicado en 2014 en la revista ‘Plos One’, más de la mitad de los británicos (un 53% de las 2.000 personas que conformaron la muestra) habían sufrido alguna vez uno de los síntomas que podrían indicar la presencia de un cáncer, pero sólo el 2% pensaron que podían padecer la enfermedad y más de un tercio ignoraron por completo las alarmas y no acudieron al médico.
Tenemos que lanzar el mensaje de que si tienes síntomas que no desaparecen no debes ignorarlos
La doctora Katriina Whitaker, investigadora del University College London y autora principal de aquella investigación fue clara al respecto: “La gente cree que no debemos animar a las personas a ser hipocondriacas, pero tenemos un problema con los individuos a los que les da vergüenza ir al médico pues creen que van a hacerle perder el tiempo y van a malgastar inútilmente los recursos del sistema de salud. Tenemos que lanzar el mensaje de que si tienes síntomas que no desaparecen, particularmente aquellos que se consideran señales de alarma, no debes ignorarlos, debes ir al médico y buscar ayuda”.
1. Afonía, ronquera o tos
Estar afónicos, toser y carraspear son síntomas habituales de los catarros y, por tanto, no solemos darles demasiada importancia, pero si estos problemas persisten durante más de dos o tres semanas (un tiempo más que suficiente para curar un resfriado o gripe) es mejor ir al médico.
“La afonía persistente puede ser indicativa de un cáncer primerizo y curable de cabeza o cuello, como aquellos que afectan a las cuerdas vocales”, explica en ‘The Telegraph’ el oncólogo David Bloomfield. A día de hoy las técnicas de cirugía mínimamente invasivas permiten deshacerse del tumor sin perder la voz: pero siempre que este se detecte a tiempo.
La tos persistente es también uno de los primeros síntomas del cáncer de pulmón, y debemos visitar a nuestro médico si llevamos padeciéndola más de tres semanas.
2. Sudoración nocturna
En verano (sobre todo en el sur de España) es habitual levantarse empapado en sudor debido al calor. Se trata también de un problema común entre las mujeres menopausicas. Pero si el problema persiste y no parecen ser estas las causa, es posible que padezcamos un linfoma.
Estos cánceres afectan a los componentes del sistema linfático, una parte del sistema circulatorio encargada de activar el sistema inmunitario, transportar el quilo y mantener el equilibro osmolar, una función básica del metabolismo celular. Antes de que aparezca ningún dolor, el metabolismo se acelera, ya que las células cancerígenas del sistema linfático necesitan un montón de energía; el cuerpo, por tanto, no logra descender su temperatura por la noche y sudamos a borbotones.
Otros síntomas incluyen bultos de dos centímetros o más en la axila, la ingle (donde está el bazo) o el lateral del cuello (donde está la amígdala).
3. Acidez persistente
Cuando el ácido del estómago regresa hacia el esófago se produce esa molestia dolorosa comúnmente conocida como acidez o reflujo. No es raro padecerlo después de una comilona, una noche de juerga o una cena con mucho picante, pero la acidez continuada puede ser signo de problemas más graves.
Si tienes acidez durante más de dos o tres semanas y debes tomar antiácidos de forma regular es mejor que vayas al médico a exponer tu problema
“La sensación desaparece pasado un poco de tiempo, pero el ácido que vuelve puede estar causando un daño mayor en el revestimiento del esófago”, explicaba en ‘Men´s Health’ el gastroenteólogo Patrick Hyatt. El problema es que cuando el reflujo se da con frecuencia, acaba con las células que recubren las paredes del esófago y nuestro organismos se ve obligado a hacer un cambio anormal reemplazándolas por otro tipo de células más resistentes al ácido, lo que se traduce en una condición denominada esófago de Barrett que puede ser la antesala de un cáncer de esófago.
Si tienes acidez durante más de dos o tres semanas y debes tomar antiácidos de forma regular es mejor que vayas al médico a exponer tu problema. El reflujo gastroesofágico puede ser signo también de cáncer de ovario o páncreas.
4. Dolor de espalda
El dolor de espalda es, tras el de cabeza, el más común en la población y es, además, la mayor causa de bajas laborales. Aunque el 99% de los casos son de origen muscoesquelético, el dolor de espalda es también uno de los más comunes síntomas de cáncer de páncreas.
Los dolores de espalda normales suelen ser más fuertes en la parte baja de la espalda, pero los asociados al cáncer se centran un palmo por encima
Este cáncer es uno de los más difíciles de detectar y, por tanto, uno de los que tiene la mortalidad más elevada, pues no se nota hasta que el tumor es tan grande que presiona los nervios cercanos (ocasionando dolor de espalda o abdomen).
¿Cómo distinguir un dolor de espalda corriente de algo más grave? Ante la duda, claro está, debemos acudir a ver al médico, pero mientras que los dolores de espalda muscoesqueléticos suelen ser más fuertes en la parte baja de la espalda, aquellos asociados al cáncer de páncreas se centran un palmo por encima (a la altura de este órgano encargado de la producción de hormonas). Esta enfermedad va asociada además a otros síntomas como la pérdida de peso o el cansancio.
5. Menstruación tras la menopausia
Cualquier sangrado vaginal posterior a la menopausia debe llevarnos de inmediato al médico, pues es la señal temprana más evidente del cáncer de endometrio, cada vez más común debido a su relación directa con el sobrepeso. La buena noticia: si se detecta a tiempo es un cáncer que cuenta con un tratamiento muy efectivo.
6. Problemas orinando
Como explica un manual de la American Cancer Society, el dolor al orinar, la presencia de sangre en la orina o los cambios en la función de la vejiga (tales como orinar con mayor o menor frecuencia) pueden estar relacionados con cánceres de vejiga o próstata, enfermedades comunes en los hombres.
Aunque con la edad los hombres tienen que orinar con más frecuencia (dado el crecimiento de la próstata), una incontinencia excesiva –esto es, no poder pasar más de unas pocas horas sin mear– es el principal síntoma de estas enfermedades. De nuevo, se trata de un cáncer (sobre todo el de próstata) muy fácilmente tratable si se detecta a tiempo.
7. Dificultades al tragar
Por lo general, la dificultad para tragar no es indicativa de que se sufre un cáncer –y es un síntoma común si se ha sufrido un ictus o algún otra lesión cerebral–, pero si es persistente podría ser señal de un cáncer de esófago, de estómago o de faringe (garganta). Otro síntoma de este tipo de enfermedades es el dolor en la parte posterior de la boca. Todos estos cánceres son más frecuentes entre los fumadores y los bebedores empedernidos.
8. Heces sueltas
La diarrea es un es una alteración de las heces caracterizada por un aumento del volumen, la fluidez y la frecuencia de las deposiciones, en comparación con las condiciones fisiológicas normales, habitual tras intoxicaciones o como síntoma de muchas enfermedades gastrointestinales. Pero si resulta persistente también puede ser un indicativo de cáncer de intestino o, más raramente, ovario o páncreas.
En opinión del profesor Johnson, cualquier cambio repentino en el funcionamiento habitual de nuestro sistema excretor que dure más de dos semanas debe alertarnos para acudir al médico.
9. Una herida que no se cura
Mucha gente sabe que los lunares que crecen, duelen o sangran pueden ser síntomas de cáncer de piel, pero también debemos estar atentos a las pequeñas heridas que no cicatricen en más de cuatro semanas. Normalmente no duelen, pero pueden sangrar o picar, y pueden ser indicativo de algo más grave que una simple hemorragia.
10. Llagas en la lengua
Las llagas en la boca que no cicatrizan pueden ser indicativas de un cáncer oral, y es muy importante que la gente que fuma o bebe alcohol lo trate cuanto antes, pues su consumo puede complicar el desarrollo de la enfermedad. “Una llaga en la boca que permanezca tres o cuatro semanas, con o sin dolor, necesita ser observada, pues puede tratarse de un cáncer de la lengua o la boca”, explica el profesor Johnson.
También debemos estar alerta ante la aparición de manchas blancas en la lengua o el interior de la boca, pues pueden ser un indicativo de leucoplaquia, un área precancerosa que aparece en zonas donde la irritación es frecuente. A menudo, es causada por el hábito de fumar, más aún si se hace en pipa o mascando. Si no se trata, la leucoplaquia puede convertirse en cáncer de boca.
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