22/11/2016/El Mundo
La detención de un joven de 16 años en Lagunillas (estado de Zulia, al oeste de Venezuela) por robar cinco calabazas para alimentar a su familia y su exhibición, como se si se tratase de un peligroso delincuente junto a dos guardias armados, han provocado una oleada de protestas y repulsa en el país. «La Policía siempre es eficiente cuando se trata de los pobres«, recordó el portal Aporrea, chavista crítico, parafraseando a Alí Primera, el Víctor Jara de la revolución bolivariana.
Eduardo Yohandry Ollarves fue detenido este domingo por la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), que publicó la foto para luego borrarla al iniciarse la polémica. El joven, que en la imagen aparece con su ropa deteriorada, confesó que había robado los vegetales de un vivero para comerlos con su familia.
Venezuela atraviesa una aguda crisis alimentaria, que en las últimas semanas ha mudado de rostro: de una escasez severa de alimentos se ha pasado a una inflación desorbitada (la mayor del planeta, que superará el 700% según el FMI), que dificulta a la población acceder a la comida. Las imágenes de personas buscando y comiendo entre los restos de basura se han repetido en los medios de comunicación durante las últimas semanas.
«La detención de un adolescente por robar auyamas [calabazas] evidencia el dramático crecimiento de la pobreza en el país. Hoy tenemos más personas pobres que las que había en 2000 [Chávez llegó al poder en 1999]. Las políticas inclusivas se evaporaron bajo el Gobierno de Maduro», ha denunciado la prestigiosa ONG Provea.
El escarnio público que se buscaba con la imagen también es toda una paradoja: Venezuela es uno de los países más violentos del planeta, con una cifra de homicidios que en 2015 llegó hasta 28.785, según el Observatorio Venezolano de la Violencia.
El hecho coincidió con el lanzamiento de la campaña internacional Venezuela, corazón indestructible, el último empeño mediático de la revolución, en el que también participan concejales de Izquierda Unida en España. Y sucede sólo dos días después de que dos sobrinos de la pareja presidencial fueran declarados culpables en Nueva York de conspirar para traficar con cocaína, sin que todavía se haya producido ninguna reacción oficial en Caracas.
«Muchos coinciden en que el hecho [el robo de las calabazas] contrasta con la impunidad que reina en otros casos, como los de las empresas de maletín [empresarios boliburgueses enriquecidos gracias al control de cambio impuesto por Chávez], contrabando, corrupción, etcétera», recordó Aporrea en su artículo.
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