05/02/2017/EFE / LR
Tras haberse convertido en todo un nombre propio de la novela negra en España, César Pérez Gellida dio el salto Atlántico y se mudó a Buenos Aires y con él se vino su personaje por excelencia, el policía Ramiro Sancho, que en breve se verá envuelto en una trama que explora la masonería en Argentina.
«A grandes males» (Suma de Letras), el libro que cierra la trilogía «Refranes, canciones y rastros de sangre», está terminado hace tiempo y llegará a las librerías españolas en marzo, mientras que en Argentina, donde transcurre buena parte de la trama, habrá que esperar hasta 2018.
Dos años atrás, cuando a su mujer le hicieron una oferta laboral «de esas que no se pueden rechazar», Gellida (Valladolid, 1974) no sabía nada sobre el Palacio Barolo, contó a Efe el escritor desde una de las salas de la novena planta de este emblemático edificio, uno de los más famosos y enigmáticos de Buenos Aires, ahora también parte del universo literario gellidista.
«Cuando empiezo a plantearme seguir escribiendo dentro del género negro, el reto que me planteo es salir de la estética del homicidio y del asesinato como eje principal que justifica la propia novela negra», explicó.
«Al arrancar ‘Sarna con gusto’ (primera novela de la trilogía ‘Refranes’), lo primero que digo es: ‘no voy a tocar nada que tenga que ver con el homicidio y el asesinato como eje principal del argumento’. Por lo tanto, en ‘Sarna con Gusto’ la trama vertical es la historia de un secuestro, en ‘Cuchillo de palo’ es el asunto de la trata y en ‘A grandes males’, que es la tercera, tiene que ver con la masonería, sobre todo con el universo de Dante», continuó.
Casi «milagrosamente» para un autor para el que los escenarios reales son un asiento fundamental de la escritura, la «fortuna» trae a este vallisoletano a la ciudad donde se levanta el Palacio Barolo, un edificio de principios del siglo XX diseñado por el arquitecto italiano Mario Palanti a las órdenes de un empresario que quería trasladar allí los restos de Dante.
La estructura del edificio sigue las partes de la «Divina Comedia» y, desde los pomos de las puertas hasta las agujas del ascensor, todo esconde significados ocultos, señaló Gellida, relacionados con la masonería.
«Gracias a la masonería el ser humano ha conseguido evolucionar a pesar de otros poderes fácticos, como puede ser la Iglesia católica, que es o ha sido muy reaccionaria, o los totalitarismos, las monarquías y los distintos estados que no querían para nada soltar las riendas del poder», apuntó Gellida.
Este es el hilo que hará saltar a Ramiro Sancho de las calles de Valladolid a las de Argentina, en lucha contra la organización criminal de la Congregación de los Hombres Puros.
Sí que se mantienen, sin embargo, otras de las constantes que han construido el estilo de este escritor: el estilo «cinematográfico» que sumerge al lector en la escena, un proceso previo de documentación exhaustivo, el relato en 360 grados para tocar la perspectiva de víctimas, victimarios e investigadores y, por supuesto, las canciones.
Al igual que ya ocurrió con la primera trilogía, donde el Sancho se enfrentó al sociópata narcisista homicida y melómano Augusto Ledesma, «Refranes, canciones y rastros de sangre» tendrá banda sonora y contará con, al menos, una canción inédita compuesta por Iván Ferreiro y Julián Saldarriaga (guitarrista del grupo Love of Lesbian) con letra de Gellida: «Gris acero sobre Buenos Aires».
«En ‘A grandes males’ hay 20 temas que están escritos por mí. En las anteriores novelas tiene mucha importancia la poesía pero las canciones son canciones que existen. Me he atrevido y he considerado alternar porque tiene sentido con la trama porque hay un personaje, no quiero adelantar nada, que escribe estas canciones», compartió.
No hay planes, por el momento, de regreso a Valladolid. Tampoco idea concreta sobre si volverá a la cosmovisión que ha encerrado, hasta ahora, todos sus libros, más allá de la novela en la que está trabajando ahora mismo.
Esa obra es a la vez precuela y secuela del libro que escribió antes de la trilogía «Refranes», «Khimera».
«Hasta hace muy poco, lo que iba diciendo en todas las entrevistas es que con esta novela se cerraba esta ‘octología’. Porque todo esto pertenece a un mismo universo y hay personajes que van y vienen, aunque ‘Khimera’ se desarrolle en un futuro cercano», indicó.
«Pero estoy barajando ahora otra posibilidad que puede que se transforme en una «decalogía» si existe el término. No lo sé, lo estoy valorando y el escenario tampoco lo tengo claro pero bueno, puede haber algo más», adelantó.
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