11/05/2017/Carolina Chimoy/dw.com
Hace un año visitamos a Mildred Varela, una paciente oncológica que ha vivido la crisis sanitaria venezolana desde dentro. Hoy nos cuenta cómo sigue la situación en el país.
Mildred Varela, hace un año hablamos con usted en Caracas. ¿Cómo ha cambiado Venezuela desde entonces?
Es como si no fuera mi país. Parece que todos estuviésemos sumidos en una depresión colectiva. Las marchas son todos los días y la represión es terrible. No se respetan a los ancianos ni a las mujeres ni a los niños. Es una especie de guerra civil no declarada. Mientras en un lado de la ciudad los guardias nacionales y la Policía Nacional reprimen a los manifestantes, en Miraflores, que es donde se encuentran el Parlamento y el Palacio de Gobierno, se cierran las calles y se instalan grupos de música con comparsas que bailan, como si nada estuviese pasando.
¿La escasez de medicamentos sigue igual de crítica?
Está peor. Hace un año alrededor del 50 por ciento de los pacientes oncológicos en Caracas todavía podían conseguir someterse al tratamiento de quimioterapia contra el cáncer que sufrían. Ahora ni siquiera el 10 por ciento de los pacientes lo logra. La cantidad de personas -y lo más triste, de niños- que se han muerto por no poder hacerse la quimioterapia es muy alta. Esto es resultado de la escasez de medicamentos aguda que vivimos en Venezuela.
¿Puede poner un ejemplo?
Ni siquiera es posible hacerse exámenes de sangre. Yo tuve que esperar 15 meses para un examen óseo que me tenía que hacer debido al cáncer. También las medicinas comunes sigue haciendo falta, incluso más que antes. La gente sufre de angustia y pánico porque no puede conseguir sus medicamentos. Es un sentimiento de impotencia muy grande. Muchas veces no encuentras ni siquiera los antibióticos comunes. Ya es normal utilizar medicamentos caducados. Incluso los médicos muchas veces prefieren darte medicamentos caducados en vez de dejarte sin ningun tipo de medicinas.
Hace un año hablamos con su esposo. ¿Sale él a marchar?
Julio trabaja en una empresa pública. El 1 de mayo –Día del Trabajador– lo obligaron tanto a él como al resto de los trabajadores a salir a marchar a favor del gobierno. Y no solamente en la empresa en la que él trabaja: a todos lo empleados públicos los coaccionan para que salgan a marchar a favor del gobierno. Además, los controlan. Por ejemplo, les tomaban fotos durante la marcha para verificar su asistencia. Julio estuvo en la marcha desde las 9 am hasta las 4 pm. Llegó agotado y furioso.
¿Y qué pasa si los trabajadores públicos se niegan y no van a la marcha?
Al empleado público que no va a la marcha le hacen un expediente y lo botan del trabajo. Los jefes les van insinuando mensajes durante el trabajo, por ejemplo les dicen que ahora más que nunca es muy necesario y hasta obligatorio apoyar «al proceso». A todos les hacen lo mismo. A ellos les da miedo perder su trabajo, por eso participan.
Algunas de las personas que vimos hace un año cuando hicimos el reportaje sobre la salud en Venezuela han fallecido…
Sí, es una vergüenza. Han fallecido dos niños por falta de medicamentos. Muchas personas sufren las consecuencias de esta crisis y la impotencia que tenemos ante ella.
Desde que empezó la escasez de medicamentos usted recolecta donaciones para ayudar, especialmente a los pacientes del Hospital del Niño. ¿Cuál es su función ahora?
Ahora no solo se trata de medicamentos. La quimioterapia no se puede llevar a cabo sin por lo menos una comida sólida a la semana, sobre todo cuando son niños. Debido a la crisis en la que nos encontramos, ellos no reciben una buena alimentación en el hospital. Por eso todos los martes mi asociación (Aconvida) y yo cocinamos con ingredientes donados y llevamos al hospital sopas, gelatina y todo lo que podamos. Los martes es el día de quimioterapia para los niñitos que tienen cáncer. Debido a mi estado de salud yo no puedo salir a la calle a protestar como quisiera. Por eso éste es mi aporte: recolectar medicamentos donados o regalados y repartirlos, así como cocinar para los niños del hospital.
Usted menciona la crisis alimentaria. ¿Cuál es ahora la situación?
Está peor que hace un año. Ahora los así llamados colectivos hacen toma de algunas panaderías. Es decir ellos deciden sobre cuánto pan se produce y a quién se le vende. En algunos casos incluso han expropiado por completo las panaderias de tal manera que el Consejo Comunal reparte el pan a criterio propio. La situación ha llegado a tal punto que se forman peleas a puñetazos por un pan. En algunos barrios hasta se pelean por el derecho a rebuscar la basura en la espera de encontrar alimentos. Es muy triste que hayamos llegado a tal punto.
Hace un año usted esperaba que hibiera un cambio pronto. ¿Qué piensa hoy?
Yo tengo una metáfora muy clara al respecto. Para mí es como si Venezuela tuviese cáncer y como si ahora estuviésemos pasando por la fase más fuerte de la quimioterapia. En la quimioterapia hay una fase que es la más dura, la que más te duele y te afecta. Muchos se quedan en el camino. Pero una vez que termina esta fase se sabe que vendrá algo mejor. En este caso mejor para todos los venezolanos.
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