29/05/2017/BBC Mundo
Sus palabras parecen no dejar margen para dudas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, luce como un abierto antagonista de los gobiernos de Nicolás Maduro, en Venezuela, y de Raúl Castro, en Cuba.
«Es una desgracia para la humanidad» y «trabajaremos con otros para hacer lo que sea necesario para ayudar a arreglar esto» son apenas dos de las frases más recientes de Trump en relación con Venezuela, país que en su opinión ha sido «increíblemente mal gobernado durante mucho tiempo».
Con Cuba, su posición no parece muy diferente.
Con motivo de la conmemoración del 20 de mayo, día en que se instauró la República de Cuba en 1902, la Casa Blanca publicó una carta en la que señala que «el despotismo cruel no puede extinguir la llama de la libertad en los corazones de los cubanos».
«El pueblo cubano merece un gobierno que sostenga pacíficamente los valores democráticos, las libertades económicas, las libertades religiosas y los derechos humanos (…) y mi gobierno está comprometido con esa visión», agregó.
Pese a ello, Trump acaba de tomar una decisión que hace realidad un deseo largamente acariciado tanto por el castrismo en Cuba como por el chavismo en Venezuela: en su propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018 eliminó todos los fondos asignados a la agencia de cooperación estadounidense USAID destinados a programas en esos dos países.
Se trata de una medida que, según analistas consultados por BBC Mundo, resulta contradictoria con el discurso de Trump sobre esos países y que favorece los intereses de La Habana y Caracas.
Injerencia
Hasta 2016, USAID tenía presencia en 19 países de América Latina (de Bolivia fue expulsada en 2013) con un presupuesto de cerca de más de US$1.111 millones. Para 2018, el gobierno de Trump propone reducir esos fondos a US$756 millones y que se queden en cero en Cuba, Ecuador y Venezuela.
Según los datos más recientes disponibles, la USAID destinó en 2016 US$20 millones a Cuba, la mayor parte de los recursos han sido destinados a temas de derechos humanos y a programas de promoción de la democracia en el nivel comunitario.
Y US$6,5 millones a Venezuela, donde los programas que más fondos han recibido en los últimos años se refieren al apoyo a los medios de comunicación independientes, protección y promoción de los derechos humanos, así como el fortalecimiento de la sociedad civil.
La Habana y Caracas han manifestado durante años su rechazo a las actividades de la agencia de cooperación estadounidense, a la que acusan de ser un instrumento de injerencia externa que alienta la subversión.
Este repudio es compartido por otros países de región.
En junio de 2012, los cancilleres de los estados miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) pidieron el retiro inmediato de la USAID de sus países.
En una declaración acusaron a la agencia estadounidense de financiar organizaciones no gubernamentales, medios de comunicación y líderes políticos de oposición, así como «acciones y proyectos dirigidos a desestabilizar los legítimos gobiernos que no les son afines a sus intereses».
El texto fue firmado por los representantes de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Dominica.
En su discurso ante la ONU en septiembre de 2015, Raúl Castro incluyó entre los requisitos para la normalización de relaciones con Estados Unidos el cese de lo que el gobierno de la isla considera como «los programas de subversión y desestabilización contra Cuba».
Un año antes, una investigación de AP había revelado que ZunZuneo, una red social que llegó a ser apodada el «Twitter cubano», fue un proyecto diseñado de manera oculta por EE.UU. e implementado por USAID con intención de fomentar una versión caribeña de la «primavera árabe».
Más recientemente, en respuesta a las citadas declaraciones de Trump sobre Venezuela, el gobierno de Maduro emitió un comunicado en el que, entre otras cosas, exigía a Washington que «cese de inmediato el financiamiento ilegal a través de sus agencias a factores extremistas de la oposición venezolana».
Democracia y derechos humanos
En Estados Unidos, la visión que se tiene de las actividades de la USAID en Venezuela y Cuba es completamente distinta.
En respuesta a una consulta de BBC Mundo, un portavoz de la USAID reconoció que en la propuesta de presupuesto para el año fiscal 2018 no se prevén fondos para programas en Venezuela, aunque dijo que quedan algunos recursos de años anteriores que aún no se han ejecutado que servirán para mantener en marcha las actividades en el futuro inmediato.
«El gobierno de Estados Unidos quiere que el pueblo de Venezuela prospere bajo la democracia representativa«, dijo.
Señaló que la asistencia que proveen a ese país busca promover los valores democráticos y los derechos humanos universales.
Indicó que al tener que establecer prioridades presupuestarias, enfrentan algunas decisiones difíciles. «Pese a ello, seguiremos trabajando con nuestros socios en la región para apoyar una solución pacífica, democrática y amplia en Venezuela», añadió.
En relación con Cuba, el portavoz de la USAID admitió que no se solicitaron fondos para 2018 y destacó que el gobierno de Trump inició una revisión de la política hacia la isla que aún no ha concluido. «Ofreceremos mayores detalles cuando estén disponibles», dijo.
Contradicción
Carlos Ponce, director para América Latina y el Caribe de Freedom House, considera que la eliminación de los fondos para los programas de la USAID en Cuba y Venezuela contradice el discurso del gobierno de Trump.
Esta organización no gubernamental con sede en Washington, elabora cada año una clasificación sobre los niveles de libertad en distintos países del mundo. En su estudio de 2017, Cuba y Venezuela son catalogados como países «no libres».
«El gobierno ha dicho que los casos de Venezuela y Cuba son prioritarios. Durante la campaña, Trump prometió una estrategia distinta para Cuba. En el caso de Venezuela, se trata de un tema por el cual el presidente se preocupa y que aborda con todos los mandatarios de la región con los que se reúne», dijo Ponce a BBC Mundo.
«Si el mensaje es: apoyemos la democracia en Venezuela, a organizaciones que defienden los derechos humanos y a personas que intentan levantar la voz ante un gobierno dictatorial, entonces, no se entiende cómo esa preocupación no se traduce en un presupuesto para acciones concretas a favor de la democracia y de los derechos humanos en Venezuela», agregó.
Para Andrew Natsios, director del Instituto Scowcroft de Asuntos Internacionales en Texas y exadministrador de la USAID durante el gobierno de George W. Bush, la agencia de cooperación estadounidense debe mantener su presencia en estos dos países.
«Hay que estar allí. Especialmente en Venezuela, que está al borde del colapso económico y político. Deberíamos estar preparando un plan sobre lo que podríamos hacer para ayudar a la gente con hambre y que necesita atención médica», dijo Natsios a BBC Mundo.
Abogó también por apoyar a la sociedad civil en ese país que, en su opinión, ha estado bajo un estrés extremo. «La sociedad civil ayuda a los países en crisis y Venezuela ciertamente lo está».
Destacó que allí los programas de la agencia de cooperación estadounidense deben ser públicos y transparentes y que no deben vincularse con la lucha política contra el gobierno de Maduro. «Eso le correspondería a la Casa Blanca o al Departamento de Estado, pero USAID debe estar allí para ayudar con las consecuencias humanitarias de la crisis», apuntó.
En el caso de Cuba, Natsios cree importante mantener el respaldo a las organizaciones de la sociedad civil.
«Es algo que hicimos en el pasado y yo lo haría de nuevo. No creo que esos programas deberían ser cancelados. Si acaso, deberían ser ampliados», agregó.
El camino de la negociación
Otto Reich, quien fue embajador de EE.UU. en Venezuela y -posteriormente- subsecretario de Estado para América Latina, no tiene dudas de que la propuesta presupuestaria elaborada por el gobierno de Trump será modificada por el Congreso.
«No sé cuál fue la lógica del gobierno. Sé que hubo un recorte general de 30% y creo que en el caso de Venezuela se puede justificar un cambio de estrategia», dijo Reich en conversación con BBC Mundo.
El exfuncionario no se mostró tan crítico con la eliminación de los fondos para los programas en Cuba, pues afirmó que desde el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana gran parte de los fondos no iban destinados a apoyar a los disidentes sino a la apertura por lo que terminaba favoreciendo al gobierno de Castro.
«En Venezuela, hay un gobierno autoritario y cada vez más dictatorial. Estoy seguro de que el Congreso va a encontrar la forma de restaurar parte de ese dinero para la oposición, pero hay que buscar nuevas maneras de ayudar porque la situación allá cambia casi cada día y los métodos tradicionales de ayuda exterior de EE.UU. no funcionan», aseguró.
Carlos Ponce también cree que la eliminación de los fondos para Cuba y Venezuela será rectificada en el Congreso.
«Creo que no hubo un pensamiento estratégico e hicieron eso para reducir de forma genérica el presupuesto en 30% y luego dejar que una negociación posterior en el Congreso ajuste las prioridades», señaló.
Esa posibilidad ya empieza a asomarse en el Capitolio estadounidense.
Ileana Ros-Lehtinen, diputada cubanoestadounidense del Partido Republicano, advirtió la semana pasada que la propuesta presupuestaria presentada por el gobierno de Trump es muy preocupante en lo referido al apoyo a la democracia.
«Es imperativo que Estados Unidos siga apoyando a la sociedad civil y a los defensores de los derechos humanos en Cuba y Venezuela«, dijo la parlamentaria a la prensa estadounidense y anunció que trabajará con sus colegas de ambos partidos en el Capitolio para asegurarse de que haya una rectificación.
Queda por ver si, al menos en este tema, es posible que republicanos y demócratas logren un acuerdo en el polarizado Congreso estadounidense.
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