La amenaza terrorista a la que se enfrenta la humanidad «se veía venir desde hace mucho tiempo y podría haber sido prevista», opina un destacado demógrafo ruso.
«No quiero decir que el terrorismo se deba únicamente a los sucesos o procesos demográficos, pero sí me gustaría hacer hincapié en que lo que ahora tenemos se veía venir desde hace mucho tiempo y podría haber sido previsto». Así opina el destacado demógrafo y economista ruso Anatoli Vishnevski en una charla pública presentada bajo el título ‘Demografía y Terrorismo’.
En su discurso, el demógrafo ha explicado que muchos acontecimientos de hoy en día, incluidos los relacionados con el terrorismo «están, sin duda, estrechamente vinculados a los procesos demográficos que se registran en el mundo desde mediados del siglo XX, es decir, después de la Segunda Guerra Mundial».
Desde una perspectiva global, se trata de la llamada explosión demográfica, el crecimiento acelerado de la población mundial en los últimos 50-70 años.
«Cuando se habla de cómo limitar los efectos negativos de cualquier radicalismo, debemos entender que la mayoría de los ejecutantes no tienen nada que ver»
En este sentido, el demógrafo ruso cita a su famoso colega Alfred Sauvy, que creó la expresión ‘tercer mundo’ en relación a reflexiones sobre los procesos demográficos en el planeta, cuando se percató de las características inusuales del crecimiento de la población, «que no tuvo lugar donde era de esperar —en los países capitalistas o socialistas— sino en algún lugar del tercer mundo».
«Este tercer mundo, ignorado, explotado, despreciado como el tercer estado, quiere ser algo también él», advertía el sociólogo frances en su artículo ‘Trois mondes, une planète’ (‘Tres mundos, un planeta’), haciendo referencia al Tercer Estado en la Revolución francesa.
En opinión de Anatoli Vishnevski, esta frase, publicada en 1952, contiene la idea de que este tercer mundo puede rebelarse.
Tras el pico de crecimiento de la población en la década de 80, el proceso se ha ralentizado, aunque no en todos los países y regiones. En África, pese a cierto descenso, la natalidad sigue siendo alta y «es considerada la región más problemática», afirma Vishnevski, que destaca también la «muy alta fertilidad» en el mundo árabe y en Oriente Medio.
Fanáticos de lo viejo, fanáticos de lo nuevo y marginales
Ahora bien, casi todos estos países en desarrollo han entrado o están en el camino nada sencillo de la modernización. Esta modernización se basa en que, por un lado, estas naciones adoptan los logros (tecnológicos, médicos, militares) del mundo desarrollado, mientras que, por otro lado, tratan de mantener sus viejas relaciones y prácticas sociales tradicionales, explica el demógrafo ruso, según el portal Slon.ru.
«Dejan entrar en sus países un pedacito de Occidente, y luego éste crece como un cáncer, y la sociedad se parte en dos», sostiene el experto, puntualizando que a partir de ese momento la sociedad ya no puede ser como antes; sus reglas ya no son eficaces y tiene que renunciar a algunos de sus principios.
En esta situación, prosigue Vishnevski, siempre hay «fanáticos obsesionados con la modernización» y, al mismo tiempo, «fanáticos del pasado» que luchan por preservar la cultura tradicional; aunque también hay amplias capas marginales: «capas de las personas que se han alejado o empiezan a alejarse de lo viejo, pero que aún no han llegado a lo nuevo».
¿Cómo son estos marginales?
«Dejan entrar en sus países un pedacito de Occidente, y luego éste crece como un cáncer, y la sociedad se parte en dos»
«Estos marginales se dividen por dentro en dos; se divide su identidad cultural, lo que es doloroso para la persona y para la sociedad», apunta Vishnevski, que explica que «las personas en este estado son susceptibles de asimilar todo tipo de propaganda fundamentalista, que los libra de la responsabilidad de elegir el camino, que les permite deshacerse de esta dualidad y unirse a algo».
Además, son muy jóvenes, la mitad de ellos son niños o adolescentes que han crecido en la pobreza, no tienen un alto nivel de educación ni tampoco experiencia. «Son una presa muy fácil para cualquier manipulación», destaca el experto.
«Si aparece algún tipo de líder que les diga que hay que ser bolchevique, nazi o islamista, le siguen, y lo hacen con las mejores intenciones», añade el demógrafo.
¿Cómo contrarrestarlo?
Cuando se habla de cómo limitar los efectos negativos de cualquier radicalismo, debemos entender que la mayoría de los ejecutantes no tienen nada que ver. Simplemente han sido traídos, convencidos, engañados», recalca el experto ruso, aunque hace hincapié en que no quiere justificar a nadie.
«Si el grueso del ejército de los terroristas está formado por jóvenes, adolescentes, hombres y mujeres, quizás sea necesario llevar a cabo una guerra allí donde se crean, donde se cultivan estas ideas», opina el experto para enfatizar que hay que librar una «guerra ideológica y psicológica» contra el terrorismo.
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