22/05/2016/@mauxi1/María Auxiliadora Dubuc
Hoy día que enfrentamos una crisis en el país. Nos preocupan algunas áreas por las que debemos obligatoriamente pasearnos los venezolanos de cara al futuro, una de ellas es fundamentalmente que Venezuela se ha convertido en un país de emigrantes. Pero más grave aún, es que los que emigran en mayor porcentaje son nuestros jóvenes, ya que de un millón seiscientos mil venezolanos que emigran, el 90 % son jóvenes estudiantes. La juventud es pilar fundamental en toda sociedad, pues representa la fuerza que surge e impulsa el presente y construye el futuro de cualquier país. Los jóvenes de manera genérica, tienen entre sus expectativas primarias la educación o formación para con este aprendizaje, obtener un buen trabajo y desarrollarse laboralmente. Además que cualquier joven aspira a contar con condiciones asociativas óptimas en el país donde viven y es natural que así sea.
Pero en Venezuela la situación es muy distinta. Existe una especie de deserción juvenil, jóvenes que abandonan el nido, no porque se casan o se hacen independientes como en otros tiempos, sino porque muchos apuestan a un cambio y al no ver resultados inmediatos, prefieren esperar que ocurra ese cambio fuera del país. Optan entonces por un “Plan B” de modo que inmersos en un sinfín de emociones encontradas, rabia, impotencia y con un nudo en la garganta además del estomago pegado del espinazo…se van. Con un boleto de ida a cualquier parte del planeta, sin un destino claro y otro de regreso, solo para cumplir con la formalidad. Diríamos entonces, en un adiós sin retorno. Así dejan su país, llevando una maleta llena recuerdos de un pasado feliz. Abandonan su terruño, su familia, su gente, sus tradiciones, sus costumbres, sus raíces y van a construir una historia de vida en otra parte. Empezar de cero, se ha convertido en el reto y conscientes de las dificultades que tendrán que enfrentar solos asumen la aventura. Se van buscando un mejor destino, mayores oportunidades y en consecuencia una mejor calidad de vida.
Luego del análisis del problema nos percatamos que existen 4 razones fundamentales por las que se provoca esta estampida:
1.- Inseguridad jurídica y personal.
2.- Dificultades para el crecimiento económico y profesional.
3.- Escasez y Desabastecimiento.
4.- Ausencia de libertades y total estado de impunidad.
Estamos en un país donde gracias a la crisis económica, política y social han desaparecido las fuentes de empleo y con ello surge la imposibilidad de contar con un salario digno que permita la subsistencia en consecuencia no existe capacidad de ahorro y esta situación ocurre porque ha sido una política de estado, arremeter contra la empresa privada, las expropiaciones, la guerra económica. Por ese motivo, muchos empresarios se han ido, no hay estímulo a la inversión, de modo que las contrataciones están paralizadas, la situación es dramática por lo que muchos jóvenes encuentran oportunidades en el comercio informal o se han puesto a bachaquear para poder mantenerse. En un país con uno de los índices delictivos más altos del mundo, llenos de zozobra y miedo y una situación de desabastecimiento, escasez extrema tanto de alimentos como de medicinas, ante este escenario las oportunidades para la juventud son nulas.
Todo ello además tomando en cuenta que un joven debe enfrentar un montón de obstáculos para lograr su formación y desarrollo profesional en Venezuela; lamentablemente este esfuerzo a veces solo se queda en el intento. En estos últimos 17 años, la crisis presupuestaria de las universidades, ha logrado asfixiarlas. El Gobierno les ha restado recursos para su funcionamiento con la intención de intervenirlas y ejercer el control político, violentando la autonomía universitaria. Así es como han desmantelado las casas de estudio, las cuales operan con serias dificultades económicas y financieras, eso sin contar que Venezuela no cuenta con un Plan Nacional de Becas pues las del Gran Mariscal de Ayacucho ya no existen, y el Gobierno adicionalmente tampoco otorga dólares preferenciales a estudiantes en el exterior, porque a decir de ellos, aquí lo que hay es un robo de cerebros, en virtud que el gobierno ha invertido recursos públicos en la formación de personas que luego se van del país, o se quedan en el exterior.
Los jóvenes venezolanos no quieren vivir así, en estas condiciones. Se niegan a acostumbrarse a no poder salir de noche, a vivir encerrados, en un toque de queda permanente, a no poder sacar su celular en la calle por temor a que se los roben y a tener que hacer largas colas para conseguir alimentos o medicinas. Por si fuera poco, trabajar conscientes que el sueldo no alcanza para cubrir las necesidades básicas y muchas veces a no conseguir empleo por pensar diferente. Luego de graduados no contar con poder adquisitivo para adquirir una vivienda o un carro, ir al cine, invitar a su pareja a pasear, en ese orden de cosas resulta un plan muy complicado el comenzar una vida independiente en libertad. Por eso Venezuela se ha convertido en un país donde sus jóvenes no quieren estar. La desesperanza sembrada durante estos últimos 17 años, rinde sus frutos y nuestros jóvenes desolados y sin opciones encuentran la salida en Maiquetía. De modo que comienzan a desempolvar documentos de familiares, viejos inmigrantes, porque Venezuela fue un país de inmigrantes, con la finalidad de rescatar una nacionalidad extraviada. Muchos buscan asilo político porque cualquier vía es buena para resolver el problema. Nuestros jóvenes no huyen, no son cobardes, lo que ocurre es que el panorama aquí es muy incierto por lo que buscan un cambio de rumbo que les permita ver hacia el futuro con optimismo, adaptarse y hacer suyo otro país, casarse, tener hijos, formar un hogar y perfeccionar su formación, en una palabra, buscan progreso.
No podemos tapar el sol con un dedo. Hoy en día en Venezuela la realidad es que hay escasez de futuro, los jóvenes se han ido dado el desgobierno que impera aquí. El 69% de los jóvenes opina que se está haciendo muy poco o casi nada, por un buen manejo de la economía, contra la corrupción, la pobreza extrema y la seguridad ciudadana. El país se está quedando sin futuro, se fugan los cerebros, los talentos, el potencial humano y profesional productivo, capaz de generar riqueza en el país, el talento y la generación de relevo abandona la patria y de seguro muchos no volverán. Así es como nos quedamos sin generación de relevo que sustituya a los que dirigen hoy los destinos del país. Irremediablemente y por culpa de un Gobierno absolutamente ineficiente e indolente que no se ocupa ni le buscar solución a esta crisis que nos afecta a todos.
La realidad es que Venezuela pasa por una etapa muy oscura en su historia, dividida en dos mitades, la sociedad se ha convertido en una violenta y resentida, por lo que la reconstrucción de la patria hay que abordarla con seriedad, verla como un proyecto y no como un hecho mágico. Lo importante ahora es comenzar a construir un programa que sirva de brújula para cuando esta demencia pase, uno que contenga una normativa que incluya a nuestra juventud, porque ellos son la esperanza para superar el trance por el que atraviesa la Nación, para cuando toque la dura faena de reconstruir el país. Esta labor debe edificarse sin manipulaciones político-partidistas de ningún tipo, debemos trabajar en hacer realidad los sueños, a través de orientaciones rigurosas, sin improvisaciones que podrían transformar esa voluntad de cambio en pura anarquía. Los jóvenes están llamados a abrir los caminos de las oportunidades, su formación y capacitación es vital para conducir de este país hacia el progreso que todos anhelamos. Luchemos por rescatar nuestra juventud, esa generación de relevo que tendrá el reto conducir los destinos del país a un futuro mejor, a ellos debemos ceder el paso, porque es la única forma de tener una buena patria de nuevo. Ese es nuestro deber ineludible, luchar para que regresen a un país distinto pero brindándoles la garantía de un escenario distinto: de democracia y libertad!
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