28/12/2015/Sputnik
El ruso Iván Kuznetsov ha cambiado la rutina en oficina por la Italia montañosa, donde ha hallado «un pequeño universo, lleno de las cosas ordinarias e inusuales que son difíciles de describir con palabras».
«Estoy sentado en una acera del puerto de Venecia, justo donde el agua, cerca de la estación de ‘vaporetto’ Santa Marta, y estoy mirando cómo se quema mi libreta de trabajo en el asfalto. De vez en cuando, el viento racheado de primavera apaga las llamas y tengo que volver a prenderle el fuego…». Esto escribió en su diario Iván Kuznetsov quien, tras vivir mucho tiempo en San Petersburgo (Rusia), dejó todo para irse a la montaña en Italia.
En la ciudad rusa, Iván trabajó durante seis años como empleado de oficina, pero un día lo dejó todo y fue a Italia «en búsqueda de un trabajo libre y un verdadero hogar», escribe la página Furfur. Casi todo 2013 vivió en la aldea de Lamon, en los Dolomitas, en donde trabajó como voluntario en la organización medioambiental Legambiente.
«Tuve el mejor trabajo en el mundo»
«En Italia tuve el mejor trabajo del mundo: era el cuidador de las montañas», explicó Kuznetsov. «Hay 15 senderos de montaña alrededor de la aldea. Mi tarea era recorrerlos y hacer un mapa de rutas con los lugares más interesantes, inusuales y hermosos, así como con los puntos en donde es fácil perderse, además de controlar el estado de los caminos», escribió en su diario.
«En los Dolomitas descubrí un pequeño universo»
Para Iván, el proyecto de voluntarios acabó solo formalmente: desde entonces, su vida cambió por completo. El joven encontró nuevos amigos, recorrió 150 kilómetros alrededor de su aldea, aprendió la lengua, se enamoró de Italia y descubrió en los Dolomitas «un pequeño universo, lleno de las cosas ordinarias e inusuales que son difíciles de describir con palabras».
«La creatividad es la única manera de salir del estado ‘trabajador'»
Los senderos le gustaron tanto que llegaron a ser una «creación literaria» para el ruso. Las sendas, que antes solo estaban numeradas, recibieron nombres, muchas veces poéticos, gracias a él. Por ejemplo, el camino en el que casi pisó una serpiente fue bautizado De serpientes; otros, El azul (por un lago) o La senda de los perros furiosos.
«Desde hace tiempo, me he dado cuenta de que la creatividad es la única manera de salir del estado ‘trabajador'», concluyó Iván, para quien quemar su libreta de trabajo también supuso un acto creativo.
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