01/01/2016/Destructor japoné Kurama. Octubre 18 de 2015. / Reuters / Toru Hanai
«La posición de Tokio coincide plenamente con los intereses de EE.UU. en el contexto del conflicto existente con China».
En septiembre de 2015, el Parlamento japonés aprobó un proyecto de ley que permite a las fuerzas militares niponas tomar parte de nuevo en operaciones militares en el extranjero en el marco de la así llamada «autodefensa colectiva», es decir, en situaciones cuando la amenaza no afecta directamente a Japón, sino a alguno de sus aliados.
Esta decisión marcó el fin del pacifismo japonés, que duró 70 años. La aprobación del proyecto de ley fue promovida por el primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y su Partido Liberal Democrático (PLD), que gracias a su mayoría parlamentaria no tuvo serios problemas para sacarla adelante, a pesar de las protestas de la oposición.
«Traer de vuelta a Japón»
Los ambiciosos planes de Abe de remilitarizar el país nunca han sido un secreto. No en vano, uno de los lemas de su campaña en 2012, fue «Traer de vuelta a Japón», con lo que parecía referírse al regreso de la antigua grandeza del Imperio japonés, que hasta su rendición en 1945 controlaba gran parte de Asia oriental y sudoriental, asegura la orientalista Alexandra Urman.
¿Armarse para proteger los intereses de EE.UU.?
Con un presupuesto militar récord de más de 41.000 millones de dólares para 2016, la posición de Tokio coincide plenamente con los intereses de EE.UU. en el contexto del conflicto existente con China.
Ante todo porque la principal justificación de la militarización del país, según Abe, es justamente la disputa territorial con China sobre las islas Senkaku (Diaoyu en Chino), además del programa nuclear de Corea del Norte y, más recientemente, el Estado Islámico, que a principios de 2015 mató a dos rehenes japoneses, subraya Urman en un artículo publicado en el portal Slon.
Quienes se oponen a la militarización de Japón se muestran preocupados ante la posibilidad de que la nueva interpretación del artículo 9 de la Constitución permita a los japoneses participar en las operaciones militares de Estados Unidos. «Antes la Fuerza Terrestre de Autodefensa de Japón combatía en el extranjero solo como parte de las misiones de paz de la ONU, pero esta nueva interpretación de la Constitución amplía los poderes de las tropas japonesas para llevar a cabo operaciones militares junto con los estadounidenses, por ejemplo, en algún lugar de Siria», sugiere Urman.
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