23/07/2017/AFP
Una carrera de taxi, los gastos de escolaridad o un manojo de rábanos… Hoy en día, los chinos pueden pagar casi todo con su teléfono móvil, a tal punto que el país que inventó el papel moneda podría ser el primero en dejar de usarlo.
En uno de los últimos mercados al aire libre de Pekín, Yang Qianqian escanea con la ayuda de su ‘smartphone’ el código de barras que le muestra un vendedor en la pantalla de su propio móvil. La transacción se lleva a cabo en un abrir y cerrar de ojos y la joven estudiante de baile se marcha con sus bolsas de plástico llenas de peras, patatas y una sandía.
«Tengo dinero en efectivo, pero no es muy práctico sacarlo cuando sujeto las bolsas», explica Yang. El teléfono es distinto, los chinos casi siempre lo llevan en la mano.
En las grandes ciudades, el pago con teléfonos se ha vuelto omnipresente. En 2016, el valor de las mercancías compradas así se ha multiplicado por tres, hasta alcanzar cerca de cinco billones de euros (unos 5,83 billones de dólares), según la consultora iResearch.
Una expansión alentada por el vigor del comercio electrónico en China, donde los consumidores desdeñan cada vez más las tiendas tradicionales para comprarlo todo por internet desde sus casas u oficinas.
«Es perfectamente posible que China se convierta en los próximos 10 años en la primera o una de las primeras sociedades sin dinero en metálico», asegura Ben Cavender, director de la empresa de estudio de mercado China Market Research Group.
Según él, el mercado del pago móvil en China ya es entre 40 y 50 veces superior a su equivalente en Estados Unidos.
– Rumbo al extranjero –
El país cuenta con dos gigantes del pago móvil, que tienen cientos de millones de usuarios: Alipay, filial de Ant Financial, propiedad del grupo de comercio electrónico Alibaba, y WeChat Pay, filial del servicio de mensajería WeChat, omnipresente en China, del grupo Tencent.
El pago con teléfono está tan extendido que algunos restaurantes de Pekín ya no aceptan los billetes de banco. Y los taxis, los vendedores ambulantes y las peluquerías muestran a menudo el código QR -una evolución del código de barras- que sus clientes tienen que escanear con sus móviles para pagar.
Como consecuencia de ello, el dinero en efectivo, que representaba el 61% del valor de los pagos en 2010, debería caer al 30% en 2020, prevé la alianza Better Than Cash, apoyada por la ONU para ayudar a la transición hacia el pago electrónico, especialmente en los países pobres.
En China, la tarjeta bancaria no tuvo mucho tiempo para implantarse, ya que su uso se generalizó solamente en los años 2000, uno de los factores que explican porque los ciudadanos adoptaron tan rápidamente el pago por teléfono.
Pese a todo, los mayores desconfían a veces del uso del móvil. «El metálico es más práctico porque envejezco y no veo muy bien», dice una sexagenaria vendedora callejera, que tiene que aceptar sin embargo los pagos electrónicos ya que los clientes ya no tienen dinero en efectivo.
Alentados por su éxito, Alibaba y Tencent empiezan a mirar hacia el extranjero, concretamente hacia el mercado de los turistas chinos que viajan a otros países.
Tencent acaba de aliarse con el alemán Wirecard para lanzar WeChat Pay en Europa, donde ya está disponible Alipay.
La seguridad de los pagos con móvil es, no obstante, fuente de preocupación, ya que algunos tuvieron la idea de sustituir los verdaderos códigos de barras por falsos para robar los datos de los usuarios y vaciar sus cuentas bancarias.
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