14/04/2017/La Vanguardia
La posibilidad de que Corea del Norte lleve a cabo en las próximas horas un ensayo nuclear, tras las últimas demostraciones de fuerza de EEUU, ha aumentado el temor de la comunidad internacional a que estalle una guerra en la península coreana.
”Si hay una guerra, el resultado será una situación en la que todos perderán y nadie resultará ganador”, aseguró hoy el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, tras advertir de que quien la provoque “deberá asumir sus responsabilidades históricas y pagar el precio”.
”Si hay una guerra, el resultado será una situación en la que todos perderán y nadie resultará ganador”
El llamamiento a la contención de China, principal aliado del régimen norcoreano, llega tras la alarma generada por la posibilidad de que Corea del Norte realice su sexta prueba atómica, pues imágenes mostradas ayer de su base nuclear indican que el Ejército estaría listo para realizar una nueva detonación.
El régimen de Kim Jong-un podría llevar a cabo el test, según expertos, mañana, en coincidencia con las celebraciones del “Taeyangjeol” (”Día del sol”), el cumpleaños del fundador del país y abuelo del actual líder, Kim Il-sung.
Pyongyang, que no ha confirmado ni desmentido tal posibilidad, criticó hoy con dureza a EEUU por desplegar “activos nucleares masivos”, tras el envío de un portaaviones a la zona, lo que puede llevar a “una guerra termonuclear en cualquier momento y suponer una seria amenaza para la paz y seguridad mundial”.
”EEUU ha introducido en la península coreana, el punto más caliente del mundo, activos nucleares masivos, amenazando seriamente la paz y la seguridad de la península y llevando la situación al borde de la guerra”, se indica en un comunicado del Ministerio de Exteriores emitido a través de la agencia estatal KCNA.
En la última demostración de fuerza de la política adoptada por el nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, el Pentágono decidió enviar la pasada semana el portaaviones nuclear Carl Vinson a la zona en respuesta a las últimas pruebas de misiles de Pyongyang y tras insinuar que ha analizado la posibilidad de realizar ataques preventivos para evitar que siga desarrollando su programa nuclear.
Un día después, EEUU bombardeó por primera vez un objetivo del régimen sirio por su supuesto uso de gases químicos en lo que muchos consideran una advertencia a Corea del Norte, que hoy lo calificó de “una flagrante violación de la ley internacional y una agresión bárbara e insolente”.
Ayer, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que ha cerrado filas con Trump, dijo que Corea del Norte podría tener la capacidad de lanzar misiles equipados con armas químicas y trazó paralelismos entre el régimen que lidera Kim Jong-un y el del Bachar al Asad.
La advertencia de EEUU a Pyongyang pudo haberse repetido ayer, cuando Washington usó por primera vez en un conflicto la mayor bomba no-nuclear, la llamada “Madre de todas las bombas”, para destruir instalaciones del grupo terrorista Estado Islámico en Afganistán.
”No sé si manda o no un mensaje (a Pyongyang). Corea del Norte es un problema y nos ocuparemos de él”, dijo Trump al comentar el bombardeo brevemente tras una reunión en la Casa Blanca.
La nueva actitud de Washington, más agresiva con Trump que con el anterior mandatario, Barack Obama, y la imprevisibilidad del régimen de Pyongyang llevaron hoy al ministro chino de Exteriores a afirmar que en esta crisis “el ganador no será el que tenga las afirmaciones más duras ni exhiba más músculo”.
Wang urgió a todas la partes a retomar el diálogo y “no dejar que las cosas evolucionen hasta un punto irreversible e incontrolable”. Esta llamada a la contención de China recibió el apoyo de Francia, cuyo ministro de Exteriores, Jean-Marc Ayrault, fue un paso más allá al insistir en la necesidad de “lograr la desnuclearización de la península coreana”.
”La comunidad internacional es unánime: ha llegado el momento de que Pyongyang cumpla sus propios compromisos”, recalcó Ayrault, en el mismo sentido en el que se habían manifestado días antes la canciller alemana, Angela Merkel, y la primera ministra británica, Theresa May.
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