03/04/2017/RFI
El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela retrocedió este sábado ante la decisión que le confería amplios poderes al presidente Nicolás Maduro.
En el momento en que RFI lo llamó, Enrique Aristeguieta Gramcko, una de las figuras emblemáticas de la sociedad civil que participó en el derrocamiento del dictador Marcos Pérez Jiménez (1958), se preparaba para asistir a la marcha convocada este sábado por la oposición venezolana.
“Esto es un retroceso del gobierno que intenta disminuir la presión internacional, pero aquí no ha cambiado nada. Me preocuparía mucho que la oposición organizada, representada por los partidos, cayera en esta estratagema…porque no es otra cosa que tratar de ganar tiempo y evitar eventuales sanciones internacionales”, opinó Aristeguieta en relación a la cascada de declaraciones y decisiones de la Fiscal general Luisa Ortega y del Tribunal Supremo de Justicia.
“Aquí no ha cambiado nada”, insistió. “Los poderes están concentrados en manos del Ejecutivo. Esto es un sainete que se ha montado para dar la impresión de que se rectifica, pero no es cierto. Hemos retrocedido y Dios quiera que la oposición se dé cuenta de la trampa que le han tendido”.
Antes de la marcha, el Dr; Aristeguieta G. no se mostró muy optimista:
“No creo que haya mucha participación porque, entre otras cosas, muchos estiman que la oposición tiene una actitud blanda frente a la dictadura, contentándose con elecciones parciales, municipales, para gobernadores, pero siempre permitiendo que Maduro continúe en el poder. En esos sectores opositores blandos, hay quien supone que hay que esperar hasta las elecciones presidenciales, a finales del 2018. Les he dicho permanentemente que de aquí al 2018 tendrán que morir muchas más personas de hambre, por falta de medicamentos, víctimas del hampa, víctimas de la represión oficial. Y no hay ninguna garantía de que esas elecciones del 2018, si se llega hasta allá, vayan a ser limpias, transparentes, serias…porque estamos en manos de personajes de la más baja ralea. No sólo porque son totalitarios, sino también porque son profundamente deshonestos e insensibles al sufrimiento de las personas.”
¿Desde su punto de vista, cuál es la salida?
“La solución es convencer a la gente de que aquí no hay salida por la vía electoral, de manera que la nación debe movilizarse para presionar, por todas las vías posibles, a fin de salir de la dictadura y de que los responsables sean sancionados. No es posible que se siga creyendo en la buena fe de estos asaltantes que tenemos en el poder”.
¿Cuál sería el papel de la comunidad internacional?
“Yo creo que la comunidad internacional ha entendido mejor el problema que los señores de la oposición blanda. Han hecho todo lo que debían hacer y un poco más. No solo el Sr. Almagro, que ha sido el mejor secretario general de toda la historia de la OEA, el único que ha tomado en serio su cargo, funciones y atribuciones. También la Unión Europea y los países latinoamericanos. Los que tenemos otro tipo de oposición en mente, no podemos quejarnos del apoyo que hemos recibido. Claro que la solución está en nuestras manos: nadie va a invadirnos para sacar a Maduro, esa tampoco es la solución. Pero hay que convencer a la nación de que hay que salir de esto y de que la comunidad internacional entenderá cualquier método que se utilice para lograrlo”.
En razón de haber sido uno de los actores de la sociedad civil que derrocó a Pérez Jiménez, ¿puede establecer un paralelo entre la situación actual y la de 1958?
“Esto es mucho peor. Por una parte, los partidos políticos de aquel momento se propusieron salir de la dictadura como fuera y acordaron cosas muy simples. Primero, derrocar la dictadura; segundo, apoyar un gobierno de transición que preparara las condiciones para realizar elecciones democráticas. Luego se llevó a cabo esa elección democrática y de allí arrancaron cuarenta años de nuestra historia con gobiernos legítimos, democráticos, civiles, que respetaban los derechos humanos y las normas de la democracia. ¡Ahora no! Ahora hay no sé cuántos partidos, cada uno con una agenda diferente, con su propia estrategia. Se ponen de acuerdo solo para elaborar listas conjuntas o para tener candidaturas únicas cuando hay elecciones y esas elecciones están cuestionadas desde el inicio de este régimen. El gobierno domina y maneja el ente electoral y gracias a ello ha permanecido en el poder durante estos 17 años. La República está prácticamente disuelta, deshecha. Aquí no hay separación de poderes, no hay respeto por las instituciones. El Ejecutivo controla los demás poderes, salvo el legislativo, desde las últimas elecciones en la Asamblea Nacional, pero hace todo lo posible para destruir el Parlamento. Ese aparente retroceso que acaban de dar no le devuelve a la Asamblea sus atribuciones ni el debido respeto que se le debe tener. Le repito, espero que los partidos de la oposición organizada se den cuenta de lo que está pasando”.
¿En el 58 había una parte del Ejército dispuesta a derrocar la dictadura?
“Sin el Ejército no habríamos logrado nada. El golpe final lo dieron las Fuerzas Armadas. Pero hubo un trabajo conjunto. Nosotros nos ocupábamos de movilizar al sector civil y lo logramos. Gracias a eso se hizo una huelga general que fue el último detonador del 23 de enero de 1958. En ese momento se le puso fin a la dictadura. Yo creo que todos los venezolanos deben participar en una acción para ponerle fin a este régimen. Todos: civiles, militares, sacerdotes, seglares, estudiantes, profesores. Todo el país debe reaccionar como cuando se le hizo frente a aquella dictadura”.
¿Qué diría usted a quienes han afirmado que el difunto presidente Hugo Chávez disminuyó, o casi acabó, con la pobreza en Venezuela?
“Que están equivocados. Porcentualmente, ahora hay más pobres que cuando Chávez llegó al poder. Ahora la clase media es pobre y los pobres son menesterosos. La gente busca comida en la basura. Nunca ha habido peores condiciones de vida en Venezuela. Han resurgido enfermedades que estaban erradicadas. La educación está en sus peores condiciones desde el siglo 19. Lo de Chávez fue una farsa lograda gracias al alto precio del petróleo que estaba en cien dólares el barril. Aquí se acabó el sector productivo. Un porcentaje altísimo de empresas ha cerrado. El gobierno incautó empresas y las quebró. Expropió tierras que hoy en día no producen casi nada. En Venezuela hay colas gigantescas para comprar un kilo de harina o café, productos básicos para la dieta diaria. Venezuela tiene un nivel de vida equivalente al país africano más pobre. Lo de Chávez fue una farsa grotesca gracias al petróleo y a los aplausos de la trasnochada izquierda latinoamericana y europea, que le brindó apoyo a un golpista, lacayo de Fidel Castro, que nos condujo a las condiciones que vivimos hoy”.
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