06/01/2016/REUTERS/U.S. Navy
Tras la prueba realizada por Corea del Norte de su primera bomba de hidrógeno han surgido muchos interrogantes en la comunidad internacional en torno a los motivos y futuras consecuencias del uso de este tipo de dispositivos.
La prueba de una bomba de hidrógeno en Corea del Norte el 6 de enero fue considerada por el Consejo de Seguridad de la ONU como «una enorme amenaza» y pese a que al igual que una bomba atómica, también presenta un riesgo masivo, cada una de ellas cuenta con un sistema de funcionamiento y un poder de destrucción diferente, señala el columnista Andrew Griffin en ‘The Independent’.
Por un lado, la bomba atómica o bomba de fisión nuclear se basa en la división de un núcleo atómico en dos o más núcleos pequeños generando consigo una reacción en cadena y la liberación de enormes cantidades de energía en forma de radiaciones gamma y energía cinética.
Por su parte, una bomba de hidrógeno o de fusión nuclear, es un proceso en el que varios núcleos atómicos de carga similar (en este caso particular de hidrógeno), se unen para formar un núcleo más pesado que desprende igualmente enormes cantidades de energía. Sin embargo, para que se produzca tal reacción, es necesario un aporte considerable de energía que solo pude ser provisto por la detonación inicial de una bomba de fisión que funciona a manera de gatillo, señala Griffin.
«Debido a la complejidad en su estructura, las bombas de hidrógeno son generalmente mucho más poderosas que sus contrapartes atómicas», señala el columnista. No obstante, algunos escépticos no se muestran tan preocupados por las acciones de Pionyang, pues el impacto tras la prueba fue similar al de una bomba atómica y no al de un terremoto a gran escala, como tendría que haber sido. Tal vez los norcoreanos, que declararon que tan solo era una versión en «miniatura», buscan con ello esconder las verdaderas dimensiones de su poder destructivo.
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