12/07/2017/elconfidencial / MF
En lo que al sexo respecta, el objetivo está claro: que todos alcancen el orgasmo. Sin embargo, hay una tendencia que rechaza por completo esta idea. La práctica del método ‘karezza’ es cada vez más popular entre las parejas que, cansadas de las mismas posiciones de siempre, intentan reavivar la llama en sus relaciones.
Evitar el clímax puede sonar raro, pero el no percibirlo como el fin único del sexo puede ayudar a mejorar las relaciones e incluso a ayudar en el tratamiento de diversos trastornos sexuales como la adicción al sexo, el vaginismo (la contracción involuntaria de los músculos de la vagina que dificulta o impide el coito) o la disfunción eréctil, pues les libera de la sensación de ‘tener que cumplir en la cama’.
Coitus reservatus
‘Karezza’ viene de la palabra italiana ‘carezza’, que significa caricia, y se ha escogido para describir este método porque lo que se busca es un tipo de relación centrada en el apego y el afecto, y no tanto en el orgasmo.
Desde la publicación del libro ‘Paz entre las sábanas: sanando con relaciones sexuales’ de Marnia Robinson y Gary Wilson, la práctica se ha revitalizado. Es el caso de Matt Cook, de 51 años, uno de los muchos ejemplos descritos en un reciente reportaje de ABC News. Cook practica la ‘karezza’ con su esposa de 25 años y asegura que la técnica ha salvado su vida sexual: “Crea un sentimiento en la relación difícil de describir. Es mucho más profundo que el sexo convencional”.
La pareja formada por Robinson y Wilson no solo asegura que les ha ayudado en su relación, sino que gracias a sus hábitos sexuales han superado sus problemas con el alcohol, la depresión y las infecciones crónicas. Además de mostrar los beneficios que proporciona a las relaciones afectivas el sexo sin orgasmo, su libro da instrucciones para los principiantes.
Instrucciones para principiantes
Su propuesta comienza con un periodo de dos semanas sin relaciones sexuales, en los que se practica alguno de estos ejercicios para aumentar la sensación de intimidad en la pareja. Por ejemplo, sentarse cara a cara con las manos entrelazadas, sin palabras, tan solo miradas. También se recomienda bailar desnudos, darse masajes, acariciarse o abrazarse durante más de un minuto. El objetivo de este periodo, afirman, es descubrir que se puede «hacer el amor» sin relaciones sexuales.
Crea un sentimiento en la relación difícil de describir. Es mucho más profundo que el sexo convencional
Una vez se ha superado este escollo, llega el momento para practicar la penetración, eso sí, sin el orgasmo como objetivo. La conocida revista ‘Cosmopolitan’, la biblia en cuanto a posiciones y tendencias sexuales se refiere, recomienda a la pareja comenzar con la posición de la cuchara, luego la mujer pone su pierna levantada por encima de la del hombre y girá su torso para apoyarse sobre su espalda y así estar frente a frente. Asimismo, aseguran que con la práctica desaparece la necesidad de alcanzar el orgasmo y, para llegar a este estado, recomiendan:
Tiempo: la técnica necesita tiempo y dedicación, y la pareja debe estar lo más cómoda y relajada posible. No te olvides de respirar profundamente.
Con calma: la caricias, los besos y el coito han de ser lentos, sin prisa, para controlar mejor la excitación. Los movimientos han de ser lentos, amplios, relajados y ondulantes.
Imaginación: prueba cosas nuevas, explora las zonas erógenas de tu pareja.
Contacto físico: es fundamental, pues sirve para que la pareja se sienta más unida.
No hacen falta palabras.
Más que nueva, rescatada
La palabra ‘karezza’ fue usada por primera vez por Alice Bunker Stockham, la quinta mujer que se hizo médico en Estados Unidos. Durante su carrera a finales del siglo XIX y principios del XX, promovió la igualdad de género, el control de la natalidad y la satisfacción sexual para alcanzar el éxito en el matrimonio.
Lo que diferencia a esta técnica de las tradicionales enseñanzas tántricas es que este método se aplica a tanto el hombre como la mujer. Para comprender la enormidad de su contribución al campo de sexo, es necesario que para cuando publicó su libro ‘Karezza, la ética del matrimonio’, el tantra hindú o tibetano de moda en la época enfatizaba solo el control del orgasmo masculino.
En este sentido, sus métodos entraron en conflicto con los de John Humphrey Noyes, más orientados al hombre y al control de la eyaculación. Noyes fue quien fundó la comunidad utópica de Oneida, donde las mujeres (pero no los hombres) podían alcanzar el orgasmo cuantas veces quisieran.
La primera mitad del siglo XX fue muy fructífera en lo que se refiere a las teorías de la continencia. John William Lloyd, conocido como el ‘médico sin drogas’, indagó aún más en los beneficios del amor sin orgasmo: «La eyaculación es un fuego de artificio interrumpido por la inhabilidad del artificiero que hace explotar de una vez todos los cohetes. Eyacular mata con frecuenta el amor verdadero e impide su sublimación”.
Stockham define la ‘karezza’ como una forma de compañerismo espiritual. Es, por tanto, un método para parejas estables, y no muy recomendable para el sexo esporádico. La médico aseguraba que las parejas buscan la unión y el mutuo desarrollo del alma, más que la apasionada y efímera satisfacción. Besos, caricias, abrazos, masajes, sonrisas y miradas cómplices… todo con tal de no alcanzar el orgasmo, pues propone desterrarlo de nuestro imaginario colectivo como la única meta de la relación sexual.
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