El Crepuscular

Noticias (Tabloide Edición Digital)

El Reino Unido vota a favor del Brexit

24/06/2016/La Vanguardia/ Nigel Farage celebra la victoria del Brexit. (Rob Stothard / AFP)

El Reino Unido ha votado a favor del Brexit y ha roto Europa. Con los primeros rayos del alba, la BBC pronosticó que los británicos habían votado por 52 a 48% el divorcio con Bruselas, y el fin de un matrimonio un tanto turbulento, más de conveniencia que otra cosa, que comenzó en 1973 y no ha resistido las tensiones de la globalización, el empobrecimiento de las clases medias y bajas tras la crisis financiera, y la creciente desigualdad entre ricos y pobres.

Gran Bretaña es hoy un país conmocionado y dividido, con Londres y Escocia como defensores de Europa por un lado, y con Gales, el campo inglés y las zonas industriales deprimidas en contra de la UE y ansiosos de un cambio. No sólo de un cambio, sino de una revolución. Con la gente a la que va bien económicamente, los universitarios y los intelectuales a favor de la continuidad, y los parados, con sueldos bajos y dependientes del Estado de bienestar dispuestos a que todo salte por los aires. Y vaya que lo han conseguido.

Las repercusiones van a ser monumentales, para el Reino Unido y para Europa, en una fecha que se suma a las grandes en la historia del continente, como la caída del Muro de Berlín, la reunificación alemana o el asesinato del Archiduque en Sarajevo. El primer ministro David Cameron queda en una posición precaria, y su liderazgo del Partido Conservador podría ser cuestionado. Los nacionalistas escoceses se plantean si reclamar un nuevo referéndum de independencia. Las consecuencias del seísmo se van a sentir en todas partes, también en Catalunya.

A las cuatro de la madrugada la campaña del Leave llevaba ya una ligera pero significativa delantera del 50.3% al 49.7%, con sus seguidores más motivados a la hora de votar. Ha sido un voto enorme de protesta del inglés emprenyat, de todos aquellos que sed han caído del tren de la globalización, que viven en el paro, con el salario mínimo o contratos basura. La precariedad ha unido a las derechas y a las izquierdas en un castigo al statu quo y una ola anti inmigración que se ha convertido en tsunami, con preocupantes toques xenófobos y racistas. La democracia parlamentaria más antigua del mundo ha descubierto que también tiene una ultraderecha, como los Estados Unidos, Francia u Holanda. Una coalición de nacionalistas identitarios, de nostálgicos del Imperio y de enrabiados con la crisis ha hecho saltar la banca.

La salida de la Unión Europea ha ganado con rotundidad en Sunderland (por un 22%, un margen muchísimo más alto del esperado), y todo el nordeste industrial deprimido. También en el País de Gales, los suburbios y la campiña inglesa, con sólo Escocia y el área metropolitana de Londres firmes a favor de Europa. Una fractura por la mitad. Dos países.

Todo ello después de que los primeros indicios, en forma de sondeos de última hora, hubiesen apuntado a que el Reino Unido iba a seguir siendo parte de la Unión Europa, y a continuar presionando desde dentro para una unión más mercantil que política, sofocar las ansias federales, eliminar regulaciones y poner cortapisas al libre movimiento de trabajadores. Pero fue un espejismo. Lo que va a haber en cambio es un largo divorcio que puede durar años, y la búsqueda de acuerdos comerciales entre Londres y Bruselas como los que tienen Noruega, Islandia, Suiza o Canadá. La libra esterlina se ha desplomado. El banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo van a intervenir para garantizar la liquidez y que no cunda el pánico cuando abran los mercados.

Aún no se había contado ni tan siquiera una papeleta cuando dos destacadas figuras euroescépticas, el líder del UKIP Nigel Farage y la ministra para Asuntos del Ulster Theresa Villiers, dijeron con rostros compungidos que la causa del Brexit había perdido”. Para ello, se guiaron de sus “espías” en los colegios electorales, y de tres encuestas publicadas nada más cerrarse las urnas que daban cómodas ventajas de cuatro, ocho y diez puntos a la permanencia. Pero fue un falso indicio y un juicio prematuro. Las cosas cambiarían pronto.

Después de un subidón inicial, la libra esterlina se desplomó en cuanto la opción de la salida tomó la delantera. Un grupo de 84 diputados conservadores euroescépticos, que habían hecho campaña por el “Brexit”, presentaron una carta de apoyo al primer ministro David Cameron, cubriéndose las espaldas.

Datos, en su conjunto, significativos pero que había que tomar con prudencia, porque también el Chicago Tribune dio por ganador erróneamente a Dewey sobre Truman en las elecciones norteamericanas de 1948, y diversas cadenas de televisión levantaron el brazo de Al Gore en el año 2000, cuando al final, y en polémicas circunstancias, fue George Bush el campeón. Con el recuento ya muy avanzado, eran los partidarios del divorcio de Europa quienes luchaban para contener la euforia.

Conforme fue avanzando la noche se fue consolidando la delantera del Brexit, hasta que la BBC, al amanecer, se atrevió a realizar la proyección de que la opción de la ruptura había triunfado, y además con bastante claridad. En las próximas horas vendrán las reacciones y los llamamientos a la calma de Downing Street, de Merkel, de Obama. La Unión Europea dirá que sigue adelante sin lo que ha sido siempre un socio reticente, y que todo sigue igual. Pero ya nada será igual. El mayor mercado único del mundo, con 500 millones de consumidores, ha quedado resquebrajado, y el establishment político-socio-económico de Occidente muy tocado. Los británicos, una vez más, han cambiado el mundo.

El diccionario del ‘Brexit’ explica las claves de una consulta que ha dividido a la sociedad británica

Instalación de carteles indicativos de un colegio electoral en las cercanías de Brighton, al sur de Inglaterra: En imágenes: Reino Unido celebra su histórico referéndum sobre la Unión Europea

[staff_social]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *