Publicado: 15 dic 2015.
«España está en venta», «España se vende… y es barata», «España es una ganga para los inversores extranjeros», anunciaban los titulares de los medios españoles en 2013.
Atraídos por las dificultades de este país afectado por la crisis económica, comenzaron a llegar los inversores extranjeros. Por su parte, el Estado les seguía el juego, deshaciéndose de sus propiedades a precio de saldo. En junio de 2013, el Gobierno sacó a la venta más de 15.000 de sus inmuebles, entre ellos algunos edificios singulares.
Dos años después, muchas cosas han cambiado, pero la tendencia general parece mantenerse: España sigue en venta y los inversores extranjeros aún aprovechan esta situación.
Por ejemplo, el hombre más rico de China, Wang Jianlin, quiere adquirir Marina d’Or, el mayor complejo turístico de España, para sumarlo a la colección de las compras que ya ha realizado en el país ibérico: desde el 20% de las acciones del club de fútbol Atlético de Madrid hasta el emblemático Edificio de España, ubicado en la capital.
En julio, otro grupo chino, Tzaneen International, ofreció una suma ridícula —10.000 euros— para hacerse con el aeropuerto de Ciudad Real, un lugar cuya construcción costó alrededor de 450 millones.
Tan atractivas son algunas ofertas y tal es el interés de los clientes foráneos que, en algunos pueblos de España, ya solo se habla inglés. Mientras tanto, la mitad de la deuda pública española en circulación se encuentra en manos de inversores extranjeros no residentes. Les detallamos estos y otros ejemplos a continuación.
Wang Jianlin, el hombre más rico de China y fundador del grupo Wanda, está negociando la compra del complejo turístico valenciano de Marina D’Or, construido en 1983 con el objetivo de convertirse en la mayor ciudad de vacaciones de Europa.
Su grupo empresarial está negociando la adquisición del 75 % de las acciones de este núcleo vacacional situado en las localidades de Oropesa del Mar y Cabanes (Castellón, Comunidad Valenciana) por una cantidad próxima a los 8.200 millones de yuanes —cerca de 1.200 millones de euros—, según informó el digital español El Confidencial citando al ‘Diario del Pueblo’ chino.
Es posible que Wang Jianlin, el fundador y presidente del grupo, ya haya visitado junto con otros representantes de la compañía esta ‘ciudad de vacaciones’, que cuenta con un campo de golf, un parque temático, cinco hoteles y balnearios, entre otras infraestructuras.
De efectuarse, no sería la primera compra del empresario chino en España: en 2014 adquirió el emblemático Edificio de España de Madrid por 265 millones de euros y este año se hizo con el 20 % del capital del Atlético de Madrid por unos 50 millones.
Estas negociaciones tienen lugar de manera paralela a las conversaciones que el magnate mantiene con las autoridades españolas para construir un complejo de viviendas en el suroeste de la capital, en el marco de la denominada ‘operación Campamento’.
A menudo, el factor clave para adquirir un objeto en España es que tiene un precio económico. En este sentido, las infraestructuras millonarias que, en un momento determinado, no se terminaron como consecuencia de la crisis económica, son un verdadero filón de oro. Se trata de obras faraónicas en las que se invirtieron muchos millones de euros y que, además, requerían grandes gastos de mantenimiento: aeropuertos vacíos, museos sin obras de arte, vías férreas sin pasajeros…
Un claro ejemplo es el polémico caso del Aeropuerto Central de Ciudad Real, la primera instalación privada de este tipo en España, que permanece cerrado desde 2012 a causa de su baja rentabilidad y la falta de inversión.
Aunque las autoridades nunca han ofrecido información oficial sobre el coste de su construcción, las estimaciones más razonables barajan cantidades entre 600 y 900 millones de euros.
Sin embargo, durante una subasta pública que se celebró el pasado mes de julio, el grupo chino Tzaneen International, que realiza inversiones en proyectos de infraestructura, presentó una oferta escandalosa —10.000 euros— para lograr su adquisición, una cantidad muy por debajo del precio de salida, que era de 40 millones.
A través de un comunicado, esta firma aseguró que planeaba invertir entre 60 y 100 millones de euros para desarrollar el aeropuerto y convertirlo en un nudo de comunicación entre las empresas chinas y europeas.
Esta polémica compra no se cerró, pero se trata de un caso bastante representativo de cómo los inversores extranjeros se tratan de aprovecharse del fracaso de un proyecto.
Uno de los sectores más interesantes para los foráneos sigue siendo el negocio inmobiliario. La calidad de vida de España, el clima, una fácil conexión aérea con sus países de origen y, de nuevo, los precios bajos, provocan que los inversores extranjeros tengan cada vez más viviendas en el país.
Además, conforme a la ley de Apoyo a los Emprendedores y su Internacionalización, aprobada en 2013, el Gobierno español facilita permisos de residencia a los extranjeros que compren viviendas en España por importe igual o superior a 500.000 euros.
Según un estudio de TM Grupo Inmobiliario, que ha analizado los perfiles de los compradores habituales de viviendas en la costa mediterránea, el mayor colectivo lo forman los inversores británicos (el 18,62 % de las adquisiciones realizadas por extranjeros), seguidos por los franceses (9,39 %), alemanes (7,25 %), belgas (6,90 %), italianos (6,13 %), rusos (5,83 %), suecos (5,83 %), chinos (4,14 %) y noruegos (3,74 %).
Por lo general, se trata de clientes de alto nivel adquisitivo que aprovechan la oportunidad proporcionada por la crisis para comprar una segunda residencia en España a un precio atractivo. Geográficamente, las zonas que más les atraen son las provincias isleñas, Madrid y las zonas mediterráneas.
Más allá de los apartamentos y las casas, España seduce a los inversores extranjeros con una oferta insólita: aldeas y pueblos enteros que cuestan «la mitad del precio de una plaza de garaje en Londres», según el titular de un reportaje del diario ‘The Daily Mail’.
Y es que en España hay muchas localidades que necesitan repoblarse para no caer en el olvido. Con el fin de evitar que eso suceda, muchas localidades se venden a precios irrisorios.
Así, por tan sólo 60.000 euros es posible comprar un pueblo entero bien conservado. Un caso: en la provincia gallega de Lugo venden una aldea deshabitada y con edificaciones por 62.000 euros. El precio depende, básicamente, de la cantidad de propiedades, del estado de conservación y de su ubicación. Por ejemplo, la localidad de Proceda, situada en el Parque Nacional de Picos de Europa (Cantabria) y con 3.052 metros cuadrados construibles, cuesta 1,5 millones; por supuesto, el precio es negociable.
Sin embargo, estos dos pueblos no son los únicos, sino que hay aldeas a la venta por toda España, según el periódico español ‘El País’. Galicia es la comunidad autónoma en donde esperan comprador más pueblos (35), aunque los interesados también pueden encontrar otras poblaciones disponibles en Aragón, Cataluña y Castilla y León.
Varias localidades casi vacías también venden casas y terrenos a precios simbólicos porque sus alcaldes tratan de atraer a nuevos habitantes. En algunas de ellas, el metro cuadrado sólo cuesta cinco euros.
Un dato curioso: en muchos pueblos españoles sólo se habla inglés. ¿Por qué? El 50 % de las casas y aldeas abandonadas las adquieren personas extranjeras —principalmente ciudadanos estadounidenses, alemanes y franceses— y la demanda internacional cada vez es mayor.
En estos lugares algunos buscan un entorno excepcional donde poder trabajar a distancia; otros estiman que son una buena inversión o una oportunidad para comenzar un negocio rural; algunos, simplemente desean retirarse a un entorno tranquilo.
«Las personas que se interesan por estos parajes se sienten ataídas por el clima, porque han venido durante sus vacaciones de verano, porque les interesa la inversión o porque en su país no podrían realizar una operación similar y aquí cuentan muchas ayudas», contó a RTElvira Fafian, que trabaja en la inmobiliaria Aldeas Abandonadas.
«La inversión inmobiliaria está en plena ebullición. Actualmente, en el sector terciario (oficinas, centros comerciales, logística…) alcanza los 6.000 millones de euros», cuenta al diario ‘Cinco Días’ Rafael Merry del Val, el presidente de Savills, consultora británica que opera en España desde hace 25 años.
El responsable de Savills indica que «estamos viendo mucho capital asiático, canadiense —que es una novedad—, algo menos de EE.UU. y bastante británico y latinoamericano».
Merry del Val asegura que «los inversores extranjeros confían en cualquier activo inmobiliario que se encuentre en España, incluso en el suelo, que es el más ‘maldito’ de nuestro sector».
Más allá de los sectores turístico e inmobiliario, un área que ha cautivado a varios millonarios extranjeros es el fútbol español. De este modo, clubes como el Málaga, el Valencia o el Atlético de Madrid son algunos ejemplos de este fenómeno que, al parecer, va en aumento.
En otoño de 2014, Peter Lim, un millonario de Singapur, se convirtió en el propietario del Valencia y, por tanto, en el primer dueño extranjero en la historia del club, al adquirir alrededor del 70 % de sus acciones por una cantidad que rondó los 100 millones de euros.
A principios de este año, el ya mencionado magnate chino Wang Jianlin también compró un 20 % de las acciones del Atlético de Madrid por 45 millones.
A su vez, desde 2010 el Málaga CF pertenece al jeque Abdullah ben Nasser Al Thani, miembro de la familia real catarí, mientras que otros clubes, como el Racing de Santander o el Deportivo Alavés, también estuvieron en manos extranjeras.
¿Por qué los millonarios foráneos están interesados en los equipos españoles? Un análisis de Europa Press indica que una de las principales razones es, sin duda, el prestigio de la Liga, que está considerada como uno de los mejores torneos de clubes de fútbol del mundo.
Otro factor que incentiva a los inversores tiene que ver con la crisis, que ha provocado que los clubes españoles sean más accesibles que, por ejemplo, los ingleses, y representen una buena posibilidad de inversión.
«En España, el fútbol mueve mucho dinero, maneja cantidades importantes en fichajes y, por tanto, para los empresarios extranjeros resulta atractivo invertir en la compra de jugadores y clubes ya que, además de obtener una rentabilidad, les permite adquirir una relevancia social y un impacto publicitario muy interesantes para sus negocios», asegura Sandalio Gómez, profesor del Iese y experto en gestión de entidades deportivas.
Por su parte, el profesor de economía financiera de la Universidad de Barcelona, José María Gay de Liébana, explica que este deporte «otorga proyección: no es igual ir a una ciudad y comprar su polígono industrial que su equipo de fútbol. Además, en los palcos de los estadios puedes conocer a las autoridades locales y a otros personajes públicos».
Por el contrario, los millonarios españoles no muestran tanto interés y prefieren invertir en sectores con menos riesgo: los problemas financieros y las deudas acumuladas de muchos clubes han generado mala fama al fútbol.
El apetito de los extranjeros por España está lejos de limitarse a los casos citados y los inversores asiáticos mantienen su actividad en el mercado español.
En estos momentos, el grupo chino HNA parece estar a la caza de oportunidades: tras convertirse en el mayor accionista de la cadena hotelera NH, está negociando la compra de casi la mitad de las acciones de Globalia, propietaria de Air Europa, la única compañía aérea 100 % española. Asimismo, acaba de adquirir el 42,3 % del capital social del RCD Espanyol —otro club de fútbol— y busca obtener una participación en la constructora OHL.
A finales de septiembre, otra empresa china, Bright Food, cerró la compra de la empresa catalana Miquel Alimentació, el mayor distribuidor mayorista de productos de alimentación en España.
Incluso el gigante de distribución El Corte Inglés, considerado como un referente de la economía española, vendió este verano un 10 % de su capital al jeque catarí Hamad Bin Jassim Al Thani quien, con esta maniobra, entró en el consejo de administración de la compañía.
En definitiva, casi el 40 % de la industria española pertenece a empresas de capital extranjero, según los datos más recientes de El Confidencial. En esta misma línea, a finales del pasado mes de junio más de la mitad de la deuda pública española en circulación —un 53,09 %— estaba en manos de inversores extranjeros no residentes, de acuerdo con los datos publicados por la Secretaría General del Tesoro.
«Se vende España», vuelven a anunciar los titulares de los periódicos. En realidad, lleva años en venta.
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