19/09/2016/RT
Hay placeres insustituibles y la arepa, para la mayoría de los venezolanos, es uno de ellos. Sin embargo, la coyuntura económica que atraviesa el país petrolero ha obligado a sus habitantes a reinventar (y redescubrir) los sabores de un alimento ancestral.
«Arepita de manteca pa’ mamá que da la teta», dice una canción infantil en Venezuela. Los padres, casi siempre, la enseñan a los bebés juntándole las manos como si aplaudieran.
Porque así, con las dos palmas unidas, es que se le da forma al alimento más popular en Venezuela: la arepa, el pan-nuestro-de-cada-día. Redonda, generalmente hecha de harina de maíz o de trigo, se asa en budares (planchas de hierro), se hornea o se fríe en palanganas rebosantes de aceite. ¿El relleno? El que se le antoje al comensal o lo que permita el bolsillo. ¿La hora para degustarla? La que sea.
«Para hacer una arepa no se necesitan demasiados utensilios o una receta específica para que quede bien. Apenas harina, sal y agua. Eso explica por qué se enseña tan fácilmente de generación en generación y se convierte en una especie de ritual de identidad: es lo primero que le pones a hacer a tus chamos (hijos), les das la masita para que la hagan», cuenta la antropóloga Alejandra Guédez.
La arepa, casi siempre, se hace en la casa. A diferencia del pan, que con frecuencia se adquiere en un establecimiento, el consumo del alimento tradicional venezolano está asociado a un espacio íntimo como la cocina, donde ocurren los primeros actos de socialización con el otro que es la familia.
Guédez, quien trabajó algunos años en el Instituto Nacional de Nutrición (INN), comenta que uno de sus amigos, en una red social, acaba de subir una foto de su hija haciendo sus primeras arepas: «de chiquitos le enseñan a hacerlas redondas o en forma de corazón o con el huequito en el medio».
Muchas investigaciones aseguran que la palabra «arepa» proviene del vocablo erepa, en la lengua cumanagoto que hablaba la étnia Caribe, y significaba «maíz», el ingrediente principal de ese alimento. Para el intelectual venezolano Mariano Picón Salas (1901-1965), la arepa era redonda porque emulaba la forma del disco solar, una especie de tributo de los pueblos indígenas de Venezuela al astro rey.
En el siglo XVI, Joseph de Acosta ya hablaba del maíz como «el pan de los indios». En suHistoria Natural y Moral de las Indias, el cronista contaba que las comunidades ancestrales lo comían moliéndolo, «haciendo de su harina, masas, y de ellas unas tortillas que se ponen al fuego, y así calientes, se ponen a la mesa y se comen; en algunas partes las llaman arepas». Existió siempre, no fue un invento de una empresa.
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