14/03/2017/El Economista
¿Seguridad o rapidez? ¿Crecimiento o democratización? Desde hace dos años, los expertos en el bitcoin debaten cómo solucionar uno de los mayores problemas de la criptodivisa desde su nacimiento: el límite a la cantidad de operaciones que puede gestionar por segundo. En ese tiempo han aparecido dos grupos irreconciliables que proponen soluciones distintas y que podrían acabar provocando una ruptura del bitcoin en dos.
La raíz de este problema está en su mismo diseño: cada uno de los bloques que forman el ‘blockchain’ (literalmente, «cadena de bloques») donde se registran todas las operaciones realizadas con la criptomoneda tiene un límite de un megabyte, en el que caben apenas los datos de una media de 7 transacciones por segundo. Además, cada bloque tarda 10 minutos en procesarse, lo que provoca enormes colas de operaciones pendientes. Según datos de blockchain.info, a principios de este mes había el equivalente a 70 MB de transacciones esperando a ser procesadas, lo que supone 11 horas y 40 minutos de retraso, una cifra que no ha dejado de crecer en lo que va de 2017.
El motivo para este límite artificial era evitar que el tamaño de los bloques creciera tanto que solo pudieran procesarlos usuarios profesionales, con enormes servidores trabajando a pleno rendimiento. En tal caso, los pequeños usuarios quedarían a merced de los grandes, que tendrían el poder de manipular las transacciones y apropiarse de la moneda. Sin embargo, un creciente grupo de grandes «mineros» -los usuarios que procesan los bloques- creen que el límite ya no tiene sentido.
«Sin Límites» contra «Testigos Segregados»
En ese lado está Roger Ver, uno de los grandes gurúes de la moneda, que ha propuesto cambiar sus normas y lanzar el «bitcoin Sin Límites», una versión en la que los bloques podrían ser tan grandes como fuera necesario para gestionar todas las operaciones realizadas en cada periodo de 10 minutos. Para ello, dijo Ver en declaraciones a Bloomberg, «necesitamos que el 60% o el 70% de los mineros se sumen. Diría que estamos cerca de la mitad del camino».
El proceso sería relativamente simple: si una aplastante mayoría de los grandes mineros deciden cambiar al unísono las reglas del bitcoin, arrastrarían al resto sin romper la cadena, manteniendo el valor y la identidad de cada una de las monedas. El riesgo es que si una minoría lo suficientemente grande -o una mayoría- de los mineros decide seguir con el bitcoin tradicional, la cadena se rompería en dos, creando dos monedas diferentes. Y esta posibilidad existe porque los detractores de Bitcoin Sin Límites tienen otra solución alternativa: un sistema de «Testigos Segregados» (SegWit).
Este sistema, lleno de tecnicismos, mejoraría la eficiencia de los bloques y permitiría que cada transacción ocupara menos espacio, aumentando la capacidad del blockchain a la vez que reduciría su peso. Es decir, haría el sistema más eficiente sin tener que eliminar el límite de 1 MB. Para su mayor defensor, Peter Todd, «el bitcoin Sin Límites está completamente roto» y dejaría enormes cantidades de dinero en manos de unos pocos grandes mineros, justo lo que el límite de 1 MB pretendía evitar.
Ver, sin embargo, responde que SegWit no arregla el principal problema, porque incluso un mecanismo más eficiente volverá a chocarse con el límite en el futuro si la moneda sigue creciendo. «Si el bitcoin va a ser más caro y más lento que los sistemas financieros tradicionales, nadie lo va a usar», opina.
¿Y qué pasaría si los dos grupos se van por su lado sin que ninguno de los dos arrastre al otro? En ese caso, habría dos bitcoins distintos, y sería el mercado el encargado de decidir cuál sería el «verdadero» y cuál la «copia». Eso, si no decide que los dos son falsos: cuando ethereum, otra criptodivisa, se dividió en dos como resultado de un conflicto similar, ambas versiones se hundieron a la vez.
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