02/11/2017/History/AM
La compleja religión que primó durante los casi tres mil años del Antiguo Imperio Egipcio, consideraba que el alma humana estaba compuesta de nueve partes separadas, que juntas conformaban a un individuo.
Jb: así se llamaba al corazón, factor ligado al más allá. Se creía que esta parte se conformaba con una gota de sangre del corazón de la madre.
Shuyet: la sombra representaba la continuidad en la integridad del ser.
Ren: el nombre otorgado al nacer era el que definía la vida. Una persona existía conforme era nombrada.
Bâ: la personalidad resumía las cualidades que hacen que cada persona sea única y diferente a las demás.
Ka: La chispa vital era el factor que separaba a las personas vivas de las muertas.
Khat: el cuerpo físico es mencionado en la antigua mitología egipcia como el nexo entre el alma y la vida terrenal.
Akh: el ser inmortal representaba la unión mágica entre Ba, la personalidad y Ka, la chispa vital.
Sahu: el juez, el fantasma y el ser etéreo, capaz de integrarse con los demás aspectos de alma luego de ser juzgado tras la muerte.
Sechem: parte del alma ligada al poder vital capaz de lidiar con las circunstancias externas.
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