18/06/2016/Enrique Rondón / Informe21
Carmen Susana Duijm Zubillaga murió a los 79 años, tras sufrir un Accidente Cerebro Vascular (ACV) en el estado Nueva Esparta.
Venezuela le dice adiós a una mujer que hasta sus últimos días de vida mantuvo su amor por la vida y su país al cual tuvo el honor de representar en el certamen de Miss Universo y la coronó como la más bella, también fue una mujer muy trabajadora que mantuvo hasta el final su esmero y pasión.
Susana Dujim nace en Aragua de Barcelona (Venezuela), el 11 de agosto de 1936, con cabello negro y largo, ojos café oscuro, en su máximo esplendor llegó a medir 1,74 m de estatura, lo cual la benefició a la hora de postularse como Miss.
Vivía en una urbanización en Bello Monte y su labor se desarrollaba como oficinista cuando ganó el concurso de Miss Venezuela en 1955, realizado en el Salón Naiguatá, del hotel Tamanaco de Caracas.
Debido a las reglas del concurso, le tocó representar al país en el Miss Universo que ese año se concibió en Long Beach, California, Estados Unidos. y en el que clasificó entre las 15 semifinalistas.
Duijm trabajaba en el Estadio Nueva Esparta, y aún a sus 79 años de edad mantenía su belleza y porte de reina.
Susana Duij fue el sueño de hadas para las venezolanas en 1953. Una muchacha residenciada en la popular barriada de El Lídice, al oeste de la capital, estudiante de mecanografía recibía en Londres la corona de Miss Mundo, 500 libras esterlinas y un vehículo.
El milagro fue el 20 de octubre. Esa noche la espigada venezolana lució un traje con estampas de los Diablos se Yare, un regalo de su compatriota, el artista Eddi Parodi Iribarren, quien utilizó tela de yute, que no es otra cosa que coleto.
El fotógrafo Alfredo Brandler se atribuyó el descubrimiento de Susana Duijm como modelo.
Susana fue reacia a todo lo que significa prepararse para ser Miss Venezuela. Nada de ensayos, estudiar ballet y dicción. Por eso fue el gran batacazo.
Con ella, en Venezuela comenzó la publicidad con rostros de verdad. Antes eran dibujos.
La popular Reina Pepeada también se la debemos a ella: la preparó un dependiente de una arepera en su honor. En aquellos años ‘Pepeada» era el calificativo que se le daba una mujer bella.
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