16/11/2016/Nueva Mujer/AJV
De acuerdo con la ONU, la tolerancia consiste en reconocer a los demás el derecho a que se respete su persona e identidad y no se trata de un fin, sino de un medio para acabar con actos violentos.
El 16 de noviembre se celebra el Día Internacional para la Tolerancia, declarado así por las Naciones Unidas. El objetivo de esto es que exista una comprensión entre culturas y pueblos, y aunque desde tiempos remotos se ha vivido una gran violencia en contra de aquellos que piensan de diferente manera, los esfuerzos por fomentar el respeto y la aceptación, no deben frenarse.
De acuerdo con la ONU, la tolerancia consiste en reconocer a los demás el derecho a que se respete su persona e identidad y no se trata de un fin, sino de un medio para acabar con actos violentos.
Tendemos a creer que la agresión de género, la indiferencia hacia aquellos que tienen capacidades diferentes, las faltas de respeto hacia los mayores o los juicios hacia los que creen en divinidades diferentes, sólo existen en ciertas regiones del mundo, e incluso hay un escepticismo de que se traten de formas de violencia e intolerancia. Lo cierto es que, no son exclusivas de un país de medio oriente ni de uno europeo o hispano, tampoco son algo insignificante.
En pleno 2016, vivimos la realidad de un personaje que le declaró la «guerra» al género femenino, a los latinos, la comunidad LGBTI y a los musulmanes. Sus comentarios agresivos, racistas y sexistas, dieron la vuelta a todo el mundo. ¿Cómo puede ser que un hombre sin experiencia en la política, dueño de un emporio multimillonario y con ese complejo de superioridad esté a punto de ser la cabeza de una de las potencias más poderosas del mundo?
Sin embargo, este personaje no es el motor del odio en el mundo, ni tampoco es el causante de éste. Es un engrane más, que embona con el resto de la sociedad intolerante. Es cierto, cada vez existe una mayor conciencia con respecto a las diferentes culturas, pensamientos o religiones, sin embargo, el sentimiento de «no es igual a mí», sigue muy latente. Y es que, la intolerancia va desde hacer bromas pesadas, echar la culpa, intimidar y acosar hasta reprimir y cometer actos genocidas.Las personas no aprendemos a aceptar, por más información que exista, el que no se ve como nosotros, sigue siendo sospechoso.
Dice un mensaje del Secretario General de las Naciones Unidas, «las personas están más conectadas; sin embargo, ello no significa que exista un mayor entendimiento. Las sociedades son cada vez más diversas, pero la intolerancia está aumentando en muchos lugares (…) Reconozcamos el creciente peligro que representan quienes procuran dividir, y comprometámonos a forjar un camino marcado por el diálogo, la cohesión social y el entendimiento mutuo»
¿Cómo se lucha contra la intolerancia? Con medidas legales que aplican sobre los derechos humanos; con educación, que forme a las generaciones desde pequeños, no sólo con datos sino con valores; y con acceso a la información, que impida la manipulación de la mente y que nos permita crear una conciencia individual.
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