26/05/2017/BBC Mundo
En apenas unas semanas alertó de una ruptura del orden constitucional, rechazó la Asamblea Constituyente, admitió el descontento social por la escasez de productos básicos y confirmó que al menos un manifestante murió por el impacto de una bomba lacrimógena lanzada por las fuerzas de seguridad.
Quien hizo todo ello no fue un líder opositor contrario al gobierno de Venezuela, sino la fiscal general, Luisa Ortega, casi la única voz disidente frente al discurso del oficialismo desde dentro del Estado.
La fiscal, de 59 años, se ha convertido en una suerte de ídolo de la oposición, que desde hace más de 50 días celebra manifestaciones en contra del presidente Nicolás Maduro, al que acusan de una deriva autoritaria.
En ese tiempo se han registrado ya 55 muertos, según dijo este miércoles la fiscal, que con las investigaciones que ha liderado y los datos suministrados ha contradicho el discurso del gobierno en medio del actual escenario de confrontación.
A tenor de sus palabras y de la independencia que ha mostrado, Ortega forma parte del chavismo crítico con el gobierno de Nicolás Maduro.
Llegó al puesto de fiscal con el aval de Hugo Chávez en 2007 y vivió el funeral del fallecido presidente en 2013 desde primera fila.
El giro actual no responde a una viraje ideológico por parte de una persona de firme convicción de izquierdas, casada con un diputado oficialista, leal al proceso revolucionario, pero también firme defensora de la Constitución de 1999. Esa es la Carta Magna de Chávez que ahora el gobierno de Maduro desea cambiar con una Asamblea Constituyente.
«Es una combinación de activista política y mujer de leyes», dijo Evans, que conoce a la fiscal y también formó parte del gobierno de Chávez.
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