03/08/2025/Victor Gómez, El Crepuscular/elnacional.com/infobae.com/vtv.gob.ve
Venezuela ha tejido durante dos décadas una de las redes de defensa antiaérea más densas y sofisticadas del continente. Con tecnología rusa, china e iraní, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha construido un entramado de radares, misiles y artillería que, según expertos, solo es superado en capacidad por el de Estados Unidos en el hemisferio occidental.
Un escudo en capas
El concepto es claro: defensa en profundidad. El país combina sistemas de largo, medio y corto alcance para crear un “muro” invisible contra incursiones aéreas.
Defensa en capas: combinación de largo alcance (S‑300VM), medio (Buk‑M2E, Pechora‑2M) y corto alcance (Igla‑S, FN‑6, artillería).
Largo alcance: el S‑300VM “Antey‑2500”, de fabricación rusa, es la joya de la corona. Capaz de interceptar aviones, misiles de crucero y balísticos a más de 200 km, protege Caracas, la isla de La Orchila y otras zonas estratégicas.
Alcance medio: el Buk‑M2E, también ruso, cubre hasta 50 km y es ideal contra aeronaves y misiles de crucero.
Alcance corto: el Pechora‑2M, modernización del S‑125 soviético, junto a misiles portátiles Igla‑S y FN‑6, forman la última línea de defensa contra blancos a baja altitud.
Apoyo tecnológico iraní: drones y sistemas antidrones para vigilancia y respuesta rápida.
Principales sistemas antiaéreos en Venezuela
De origen ruso:
S‑300VM “Antey‑2500” – Sistema de largo alcance (hasta 200 km) para interceptar aviones, misiles balísticos y de crucero. Es la joya de la defensa estratégica, desplegado principalmente cerca de Caracas y zonas clave.
Buk‑M2E – Alcance medio (hasta 50 km), diseñado para derribar aeronaves y misiles de crucero.
Pechora‑2M – Modernización del clásico S‑125, de alcance medio‑corto, útil contra blancos a baja y media altitud.
Igla‑S – Misiles portátiles (MANPADS) para defensa de punto, operados por infantería.
De origen chino:
JYL‑1 y JY‑11B – Radares de vigilancia aérea de largo y medio alcance, integrados al sistema de mando y control.
FN‑6 – MANPADS de corto alcance, similares al Igla, usados por unidades terrestres y la Milicia.
De origen iraní:
Misiles y drones Mohajer‑6 – Aunque no son estrictamente antiaéreos, se integran para reconocimiento y ataque, y pueden coordinarse con defensas.
Sistemas antidrones – Bloqueadores y armas de energía dirigida en desarrollo.
Otros sistemas heredados o modernizados:
ZU‑23‑2 – Cañones antiaéreos de 23 mm, montados en camiones o emplazamientos fijos.
ZSU‑23‑4 “Shilka” – Plataforma autopropulsada con radar y cañones de 23 mm.
Cañones Oerlikon de 35 mm – Usados para defensa de bases y aeropuertos.
Ojos que nunca duermen
La red se apoya en radares chinos JYL‑1 y JY‑11B, capaces de detectar objetivos a cientos de kilómetros. Estos sistemas alimentan un centro de mando y control que coordina la respuesta en tiempo real. Aunque informes recientes advierten que más del 60 % de estos radares están fuera de servicio por falta de repuestos, la FANB mantiene operativos los nodos clave.
Artillería y defensa de punto
En bases aéreas, refinerías y fronteras, cañones ZU‑23‑2, ZSU‑23‑4 “Shilka” y Oerlikon de 35 mm ofrecen protección contra helicópteros, drones y aeronaves ligeras. En los últimos años, se han sumado sistemas antidrones y bloqueadores electrónicos de origen iraní.
Distribución estratégica
El despliegue no es uniforme. Caracas y La Orchila concentran los sistemas más avanzados, mientras que Maracay, Valencia, Puerto Cabello y zonas industriales de Guayana cuentan con defensas de alcance medio y corto. En la frontera occidental y sur, la cobertura es más limitada, enfocada en defensa de punto.
Entre la propaganda y la realidad
El gobierno ha bautizado este entramado como un “Domo de Hierro” criollo, evocando al sistema israelí. Sin embargo, a diferencia de su homólogo del Medio Oriente, el venezolano no es móvil en su totalidad ni ha sido probado en combate real contra ataques masivos. Analistas señalan que su fortaleza radica más en la disuasión que en la invulnerabilidad absoluta.
El segundo de América
Pese a las limitaciones técnicas y logísticas, la combinación de misiles S‑300VM, Buk‑M2E y Pechora‑2M, junto a la red de radares y artillería, coloca a Venezuela en el segundo puesto del continente en capacidad antiaérea, solo detrás de Estados Unidos. Brasil y Cuba siguen en la lista, pero con menor densidad de sistemas de largo alcance.
Conclusión
El sistema antiaéreo venezolano es, al mismo tiempo, un símbolo de poder militar y un recordatorio de las tensiones geopolíticas que atraviesan la región. Su efectividad real dependerá no solo de la tecnología, sino de la capacidad de mantenerla operativa en un contexto de sanciones y restricciones de repuestos.
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