28/09/2025/Victor Gómez, El Crepuscular/Yahoo/EFE/laSexta
En un giro que pocos habrían imaginado hace apenas una década, Ahmed al-Sharaa, presidente de Siria, fue recibido con aplausos en la Asamblea General de las Naciones Unidas esta semana, marcando el punto culminante de una metamorfosis política sin precedentes.
Antiguamente conocido como Abu Mohamed al-Golani, líder de la filial siria de Al-Qaeda, Al-Sharaa fue durante años uno de los hombres más buscados por Occidente. Su historial incluía vínculos con el Estado Islámico, participación en insurgencias armadas y liderazgo de grupos considerados terroristas por la ONU y Estados Unidos.
Sin embargo, tras la caída del régimen de Bashar al-Assad en noviembre de 2024, Al-Sharaa emergió como figura clave en la reconstrucción de Siria. Rompió con sus antiguos aliados jihadistas, transformó su milicia en una fuerza nacionalista y se presentó como un líder pragmático dispuesto a dialogar con Occidente. Su primer gesto fue claro: distanciarse de Irán, pacificar la relación con Israel y prometer un Estado de derecho para Siria.
Durante su intervención en la ONU, Al-Sharaa evitó referencias a su pasado insurgente y se centró en la unidad nacional y la reconstrucción. “No podemos juzgar el pasado bajo las leyes del presente y no podemos juzgar el presente bajo las leyes del pasado”, reflexionó ante un auditorio que incluía antiguos enemigos, como el general retirado David Petraeus, exdirector de la CIA, con quien compartió una conversación cordial.
La recepción que recibió en Nueva York —incluyendo reuniones con líderes como Ursula von der Leyen y Marco Rubio— confirma su nuevo estatus como actor legítimo en la política internacional. Aunque su primer año de gobierno ha estado marcado por tensiones internas y acusaciones de represión, su presencia en la ONU simboliza una apuesta global por la estabilidad en Siria, incluso si ello implica aceptar a un líder con un pasado tan complejo.
La historia de Ahmed al-Sharaa plantea una pregunta incómoda pero inevitable: ¿puede la necesidad geopolítica reescribir la biografía de un hombre?
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