17/01/2017/El confidencia/AM
El sexo es de lo mejor que se puede hacer, pero solo a partir de un mínimo de ánimo y energía. Si te pasas el día haciendo cosas exigentes y aburridas puede que fantasees con situaciones sexuales sin poderlo evitar, pero basta con llegar a casa con tu pareja (o peor, a la barra de un bar a intentar ligar) para que la utopía parezca más bien una obligación y se haga cuesta arriba.
No se trata solo de la actividad física, también hay que decidir cosas y saber comunicarse. ¿Tomo yo la iniciativa? ¿Y si va mal y estropeo una agradable velada de cine en el sofá? ¿Merecerá la pena un segundo asalto para satisfacer a la otra persona, o me arrepentiré cuando suene el despertador mañana?
Nosotros creemos en el refrán ‘No dejes para mañana el placer que puedas obtener hoy’. La vida pasa rápido y te aseguramos que, en el lecho de muerte, casi nadie se arrepiente de haber hecho demasiado el amor. Aquí tienes algunos empujoncitos que te ayudarán a sacarle partido a las horas libres del día.
1. Olvídate de ‘la meta’
A menudo vemos una relación sexual como una prueba física que se puede aprobar o suspender, y así es imposible que nos apetezca si nos sentimos débiles físicamente, o si estamos estresados. Tómatelo como lo que es en realidad: un disfrute del presente de los más puros y sencillos que existen.
Si tienes pareja estable, ¿no es estupendo besarla y acariciarla porque sí, y no solo pensando en el orgasmo? Si la otra persona es cariñosa, no reprimas ningún impulso de tocarla o mirarla fijamente, aunque pueda parecer un mal momento. El sexo suele ser más satisfactorio cuando se está abierto a la otra persona, no solo a su cuerpo. No separes artificialmente los juegos previos (por ejemplo, llamándolos «juegos previos») del acto sexual propiamente dicho. Todo es en definitiva lo mismo, y si empiezas pensando solo en lo bien que se siente rozando su piel o lamiendo su boca, es fácil que acabéis disfrutando de una experiencia completa de las que no se olvidan. Y si no, ¿qué importa?
Si el otro está esperando un viaje más cuadriculado, con paradas y destino conocidos de antemano, quizá convenga hablarlo, pero hazlo mejor cuando te sientas tranquilo y con ganas de intimidad -y no cuando tengas frustración acumulada- porque se trata de un asunto delicado que puede degenerar en conflicto.
2. Redefine ‘sexo’
Relacionado con lo anterior, te sugerimos que pienses en el sexo como todo aquello que te une físicamente a tu pareja, creando ese lazo invisible que lo hace funcionar. Una llamada inesperada desde el trabajo, un beso de buenos días, una conversación íntima, un masaje en los pies o un buen rato de sexo oral en el sofá.
Ponerse en ‘modo sexo’ solo al llegar a la cama puede funcionar cuando todo lo demás va bien, cuando estamos al cien por cien de fuerza y acaba de llegar la primavera. Si siempre estás cansado para hacerlo y te preocupa, intenta pensar más en todo lo que rodea a las situaciones deseables que en esos siete-diez minutos que a veces llamamos sexo cuando son más bien apareamiento.
Resérvate para esas situaciones y, como dicen en ‘India’, redefine el significado del sexo en tu relación.
3. Planifica
Todo esto está muy bien, pero no es muy concreto. Da igual cómo definas el sexo si no tienes tiempo físico para hacerlo.
Si te gusta ir al cine, o ver el fútbol, no tienes más remedio que comprar las entradas con antelación, o al menos estar libre a la hora del partido, ¿verdad? Haz lo mismo con el sexo, no esperes quedarte sin nada más que hacer para centrarte en cuerpo y alma.
No es cuestión de ponerte la alarma para desnudaros como ante una orden. Simplemente citaos, como sucede de forma natural al principio de las relaciones. Aunque vivas con alguien, queda con él a una hora para cenar en casa, hacer algo relajado juntos o simplemente proponeos un par de ratos largos a la semana de desconexión de móviles, ordenadores y televisión.
Solo el hecho de guardar ese tiempo para el otro, sin la presión de hacer el amor necesariamente, te hará sentir más relajado y descansado.
4. Las mejores posturas
Si todo lo anterior va bien, probablemente las posturas saldrán solas, pero queremos inspirarte con un par de imágenes mentales: los dos tumbados, medio dormidos. Uno le susurra algo al otro. Caricia suave en el brazo. Cucharita con pijama. Aún no está claro si va a pasar, pero su tripa está caliente y suave bajo la camiseta. Se te empieza a olvidar eso tan importante de lo que estábais hablando. ¿Y qué es eso que huele tan bien, su cuello o su pelo?
En el comer, el rascar y lo otro todo es empezar. Y la mejor forma de empezar cuando las fuerzas no acompañan es una que sea natural, que no requiera de desnudez ni penetración y en la que podamos ‘volvernos atrás’ en cualquier momento. Cucharita o simplemente un abrazo largo. O apoyar la cabeza en su regazo cuando está sentado…
No creemos que una posición sexual sea un valor seguro para solucionar el problema, pero sí parece una buena idea no plantearse aquello tan cacareado de «salir de la rutina» justo ese día de cansancio con una exhibición de equilibrio y musculación sobre una mesa diminuta.
5. El cansancio es una excusa
En realidad, a no ser que haya problemas de salud muy concretos, el sexo no es ni de lejos una actividad física exigente. Si nunca encuentras el momento, es más probable que haya otros problemas, de comunicación con tu pareja, de estrés o de autoestima, por ejemplo.
Es importante estar en buena forma general para que el cansancio no nos embote, y hacer ejercicio regular es un buen quinto consejo, pero en ausencia de esos problemas el sexo es más bien una forma de obtener energía que de gastarla. La oxitocina que segregamos nos hace sentirnos más seguros y los orgasmos frecuentes contribuyen a la distensión y abren el apetito para hacerlo aún más a menudo.
Cuando nos acostumbramos a no hacerlo, en cambio, sentimos que lo necesitamos menos.
¿Hace tiempo que estás cansado para ello pero sí encuentras energía para llevar a los niños al parque de atracciones, o para jugar al tenis con tus compañeros de trabajo? Vuelve al punto uno.
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