25/12/2016/2001
Erick González Caldea | egonzalez@bloquedearmas.com
Un grupo de 12 hombres, provenientes de Charallave, estado Miranda, llega a las orillas del río Guaire, donde escarban piezas de metales preciosos que eventualmente se convierten en su comida, vestimenta y hasta el sueldo de todos los días.
De lunes a lunes, desde las 6 de la mañana hasta las 4 de la tarde, trabajan estos hombres y adolescentes para poder sustentar a sus familias.
“Es una chamba sana, para no caer en la delincuencia”, sostuvo un joven de 16 años de edad, quien junto a sus otros once compañeros, llegó la mañana del miércoles 14 de diciembre, a las orillas del torrente ubicado a la altura de Carapita; escenas que también se repiten en El Paraíso, UCV, San Martín, Caño Amarillo y Los Teques.
El adolescente no terminó sus estudios. A pesar de no tener hijos, es prácticamente la cabeza de su familia, quienes habitan en una zona popular de Charallave. Desde hace 9 meses realiza este trabajo para poder subsistir ante la economía incontrolable del país.
Sin protección. Sólo con su ropa interior, sin protección en lasmanos o pies, entran hasta la corriente de agua para sacar la tierra del fondo del río y buscar piezas de oro, plata, bronce o cualquier objeto de valor que se pueda vender.
Muchos de los artículos que consiguen son cadenas, broches, dijes, anillos de metales preciosos, que a lo largo de los años se han acumulado en el afluente.
“Sin chamba quién no viene para acá”, señaló otro joven, quien reservó su nombre. Aquel, vestido con una camisa azul y unas botas de obrero, sostuvo que durante un día de trabajo puede llegar a sacar más de 60 mil bolívares en piezas.
Por su parte, otro muchacho, de 25 años, de apariencia sana, cuerpo esbelto y buen hablar, sostuvo que por la comida, la ropa, y los servicios más básicos prefiere arriesgar su vida en las aguas contaminadas del río, que estar en las calles. “Es mejor que nos mate el Guaire, que la calle”, sentenció el joven.
Ninguno del grupo vive en el Guaire. Tampoco son indigentes. La mayoría son obreros, albañiles y hasta pintores, quienes perdieron sus oportunidades de empleos, debido a la paralización de obras de construcción gubernamentales.
Estigmatización. “La gente cree que nosotros somos delincuentes porque no las pasamos en el Guaire, no hay nada más alejado de la realidad. Todos somos trabajadores, y este es nuestro único medio de ingreso de dinero”, señaló Edison, cuyo apellido prefirió no dar, para evitar ser reconocidos por sus vecinos.
El tabú de muchos venezolanos donde asocian a las personas que viven, o se la pasan en el Guaire, tampoco se escapa de los “metaleros”, quienes aseguraron sentir cierta frustración y rechazo ante los señalamientos de muchos que los catalogan como ladrones.
“Nosotros estamos aquí por la necesidad que se vive en el país”, grito uno de los muchachos, mientras subía por la quebrada del río hasta donde estaba ubicado el equipo de Diario 2001.
Matraqueo sin control. Luego de un día de trabajo, alrededor de las 4 de la tarde, los “metaleros” se dirigen hasta Capitolio, específicamente a las tiendas donde compran oro.
En el centro, justo al frente del edificio La Francia, efectivos policiales esperan a los “metaleros” para buscar “sacarles algo”.
“Los pacos nos revisan de arriba abajo para quitarnos las piezas que conseguimos en el Guaire”, señaló uno de los jóvenes, quien aseguró ser desnudado por oficiales de seguridad que buscaban las piezas que habían conseguido luego de una larga jornada de trabajo.
Desde niños. A la altura de La Yaguara, el joven Jonas José Calderón, de 22 años de edad, lavaba su ropa, junto a sus dos padres. Todos en situación de calle desde hace varios años, y, como muchos, también practican la búsqueda de metales en el río Guaire.
Jonas es el mayor de sus tres hermanos, puesto que el primero lo mataron hace dos años en una prisión venezolana, por una disputa entre reos. Sostuvo que su única forma de sobrevivir es de lo que el Guaire le da.
“Desde las 7:00 de la mañana, todos los domingos, llegamos al río y comenzamos a buscar las prendas”, indicó el muchacho, a quien se le dificulta hablar. En ropa interior, explicó cómo es el proceso de buscar las joyas, sin redes ni guantes.
Calderón, desde la edad de dos años ya estaba en la práctica endógena de buscar oro en el Guaire, junto a sus padres y hermanos.
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