07/05/2025/Victor Gómez, El Crepuscular/Urgente24/El Observador/Teletrece/RPP/COPE/LaTercera
Desde la partición del subcontinente indio en 1947, la creación de dos naciones independientes –India y Pakistán– se acompañó de un doloroso legado. La división, marcada por enfrentamientos étnicos y religiosos, desencadenó episodios de violencia masiva y el desplazamiento de millones, sentando las bases de un conflicto que ha perdurado durante más de siete décadas.
A lo largo de este extenso período, la disputa se ha manifestado en guerras y enfrentamientos puntuales que han dejado huellas indelebles en la región. Tras la primera guerra de 1947-1948, la rivalidad se intensificó con la guerra de 1965, seguida por el conflicto de 1971 que culminó en la creación de Bangladés, y el violento episodio del conflicto de Kargil en 1999, donde la disputa por la región de Cachemira fue el epicentro de los enfrentamientos. Cada uno de estos episodios no solo profundizó las heridas históricas, sino que también estableció un clima de desconfianza y tensión permanente en ambos países.
En las últimas décadas, las tensiones han persistido con incidentes fronterizos, acusaciones de terrorismo y continuos intercambios diplomáticos cargados de reproches. Las raíces históricas del conflicto mantienen a la región en un estado de alerta constante, mientras las naciones intentan, en ocasiones, encauzar sus diferencias hacia el diálogo y la búsqueda de soluciones pacíficas.
En la actualidad, el conflicto ha adquirido nuevas dimensiones. En la madrugada del 7 de mayo de 2025, las fuerzas armadas indias realizaron una ofensiva aérea en respuesta a un ataque ocurrido el 22 de abril en la región de Pahalgam, en el que se registraron 26 víctimas mortales. Este episodio ha sido interpretado por India como un acto precipitado que justifica medidas defensivas, mientras que Pakistán denuncia la acción como una flagrante violación del alto el fuego, elevando su estado de alerta militar y anticipando posibles represalias.
Expertos internacionales advierten que esta escalada podría desencadenar una serie de eventos con repercusiones regionales e incluso globales, resaltando la urgencia de reincorporar a la mesa de diálogo a ambas naciones y evitar un deterioro mayor de la seguridad en una región conocida por su potencial nuclear.
Las autoridades de India y Pakistán continúan proporcionando actualizaciones sobre el desarrollo de la situación, a la par que la comunidad internacional observa con cautela y espera que el equilibrio prevalezca para evitar nuevos destellos de violencia en un conflicto tan duradero como complejo.
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