08/03/2025/Victor Gomez, El Crepuscular/EL PAÍS/GatoEncerrado/MUNDIARIO
En un nuevo episodio de violencia en Siria, más de 100 personas han muerto en la mayor insurrección desde la caída del régimen de Bashar al Asad en diciembre pasado. Las nuevas autoridades han impuesto el toque de queda y han enviado refuerzos a las provincias costeras para combatir a grupos armados vinculados al anterior régimen.
Desarrollo de los Hechos: El jueves, grupos armados compuestos en su mayoría por antiguos militares y oficiales del régimen de El Asad lanzaron una ofensiva coordinada contra las fuerzas de seguridad en varias localidades de las provincias de Latakia, Tartus y Homs. Los insurgentes lograron tomar el control de edificios gubernamentales y bases militares, incluyendo la Academia Naval de Latakia.
Respuesta de las Nuevas Autoridades: Las fuerzas leales a las nuevas autoridades de Damasco, lideradas por el presidente interino Ahmed al Shara, respondieron rápidamente, recuperando parcialmente el control de la situación tras una noche de intensos combates. El Gobierno ha decretado el toque de queda en las provincias costeras y ha enviado refuerzos desde otras regiones para sofocar la insurrección.
Impacto Humanitario: El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha informado que al menos 120 personas han muerto en los combates, incluyendo varios civiles. La organización advierte que la cifra podría aumentar debido a informes sobre desaparecidos y prisioneros que habrían sido ejecutados por ambos bandos.
Contexto Político: La insurrección se produce en un contexto de transición política y crisis económica en Siria. El nuevo Gobierno ha iniciado una purga en la Administración para eliminar a empleados vinculados al régimen anterior, justificándolo como una medida de eficiencia. La situación sigue siendo tensa en varias regiones del país, con enfrentamientos intermitentes en áreas rurales y urbanas.
Conclusión: La reciente insurrección en Siria subraya la fragilidad de la situación en el país y la persistencia de la violencia a pesar de la caída del régimen de Bashar al Asad. Las nuevas autoridades enfrentan el desafío de consolidar su control y garantizar la seguridad en medio de un panorama político y social complejo.
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