26/06/2016/BBC Mundo
Frágil, intrigante y repleto de sorpresas: item 15.087 del Museo Arqueológico Nacional en Atenas.
De no haber sido por una tormenta en la rocosa isla griega de Anticitera hace poco más de un siglo, uno de los objetos más desconcertantes y complejos del mundo antiguo quizás no habría sido descubierto jamás.
Tras refugiarse en la isla, un equipo de buscadores de esponjas marinas decidieron ver si tenían suerte bajo esas aguas.
Se toparon en cambio con los restos de una galera romana que había naufragado en medio de otra tormenta hacía 2.000 años, cuando el Imperio romano empezó a conquistar las colonias griegas en el Mediterráneo.
En la arena del fondo del mar estaba el cúmulo más grande de tesoros griegos que se haya encontrado jamás.
Un tesoro en el fondo del Mediterráneo. Obras incomparables que habían sobrevivido el saqueo de los romanos y siglos en el agua del mar.
Entre las hermosas estatuas de cobre y mármol estaba el objeto más intrigante de la historia de la tecnología.
Es de bronce corroído, no más grande que una laptop moderna, hecha hace 2.000 años en la antigua Grecia.
Se le conoce como el mecanismo de Anticitera. Y resultó ser una máquina del futuro.
«Si no lo hubieran descubierto en 1900, nadie se habría imaginado, ni siquiera creído, que algo así existía… ¡es tan sofisticado!», le dice a la BBC el matemático Tony Freeth.
Increíble
Al principio, el artefacto no le decía nada a los científicos, pero luego notaron que tenía marcas e inscripciones.
«¡Imagínate: alguien, en algún lugar de la antigua Grecia, hizo una computadora mecánica!», exclama el físico griego Yanis Bitzakis quien, como Freeth, es parte del equipo internacional de investigación del asombroso artefacto.
«Es un mecanismo de una genialidad realmente sorprendente», añade Freeth.
No están exagerando.
Tuvieron que pasar unos 1.500 años antes de que algo que se aproximara al mecanismo de Anticitera volviera a aparecer, en la forma de los primeros relojes mecánicos astronómicos, en Europa.
Sin embargo, éstas son las conclusiones; entender qué era el misterioso objeto tomó tiempo, conocimientos y esfuerzo.
Imposiblemente adelantado a su tiempo
Uno de los problemas era su anacronismo.
El primero en examinar en detalle los 82 fragmentos recuperados fue el físico inglés y padre de la cienciometría Derek J. de Solla Price.
Empezó en los años 50 y en 1971, junto con el físico nuclear griego Charalampos Karakalos, tomó imágenes con rayos X y rayos gamma de las piezas.
Descubrieron que había 27 ruedas de engranaje adentro, y que era tremendamente complejo.
La primera sorpresa: adentro encontraron 27 ruedas de engranaje.
Los expertos habían logrado fechar con considerable precisión algunas de las otras piezas encontradas entre el año 70 a.C. y 50 a.C.
Pero un objeto tan extraordinario no podía datar de esa época. Quizás era mucho más moderno y sólo por casualidad había caído en el mismo sitio, pensaban varios.
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