17/12/2016/Infobae
Cuando el 15 de julio de 2012 los productores de Psy publicaron en YouTube el video «Gangnam Style», jamás sospecharon que ese clip se convertiría en uno de los más reproducidos de la historia de esa plataforma. Poco menos de 3 mil millones de personas –al momento de esta nota, 2.707.990.305 visualizaciones– dieron play a la grabación y se contagiaron con el pegadizo ritmo.
El éxito fue absoluto. A tal punto que Psy, hasta el momento un desconocido rapero que había conseguido pocos éxitos en su carrera, conquistó uno de los mercados más difíciles: Estados Unidos. El corte pertenecía a su álbum Psy 6 (Six Rules) y le permitió a su intérprete alcanzar una fama impensada.
Tiempo después, en abril de 2013, alcanzaría otro éxito. «Gentleman» conseguía mil millones de reproducciones. En menos de 24 horas, ya tenía 38 millones de visitas. La vida le sonreía a este ciudadano de Corea del Sur, quien además se convirtió en embajador turístico de su país.
Pero el primer problema llegaría de la mano de una antigua canción del surcoreano, quien había criticado duramente a los Estados Unidos por su guerra en Irak. En sus letras llamaba a matar a los soldados norteamericanos, algo que provocó duros cuestionamientos en un mercado que comenzaba a adoptarlo. Psy debió disculparse públicamente mediante un comunidado.
Pero no todo terminó allí. A medida que comenzaba a disfrutar del éxito súbito, también tendría que combatir con un secreto que pocos conocían, pero que destrozaba por dentro al popular cantante. El alcohol era uno de los puntos débiles de Psy. Su pasión desmedida por el tequila, el vodka y el whisky era total. «Si estoy feliz, estoy bebiendo. Si estoy triste, estoy bebiendo. Si está lloviendo, estoy bebiendo. Si está soleado, estoy bebiendo«, indicó en una entrevista al confesar su drama.
En 2014 tuvo una incipiente repuntada. Fue luego de compartir un clip con Snoop Dogg. Pero ya no era lo que solía ser: consiguió «sólo» 278 millones de visualizaciones. ¿La gente comenzaba a abandonarlo?
La presión lo abrumaba. En diciembre de 2015 un nuevo álbum salió a la luz. Pero sabía que el éxito no sería igual al anterior y eso lo deprimía. Seguramente el alcohol volvió a ser un refugio. El rapero nunca dijo si recibió ayuda profesional por su adicción. «No soy Adele. Luego de «Gangnam Style», estaba realmente feliz, pero a veces no lo estaba, porque esa fue la mejor canción de mi vida y no volveré a estar en el top nuevamente«, dijo resignado, al saber que no lograría el mismo suceso que antes, según consignó el sitio Nicki Swift.
Ahora, el cantante busca que lo que alguna vez fue un éxito en los Estados Unidos se convierta en sensación en un mercado mucho más conocido por él: China y Asia. Quizás, allí logre conquistar al público que más identificado está con su cultura.
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