28/06/2025/Victor Gómez, El Crepuscular/laopinion/lanacion.com.ar
En un giro inusual para una de las celebraciones patrias más arraigadas en la cultura estadounidense, ciudades con fuerte presencia latina en el condado de Los Ángeles decidieron cancelar o posponer las festividades del 4 de julio por temor a redadas migratorias por parte del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE). En lugar de fuegos artificiales, la atmósfera en localidades como Cudahy, Bell Gardens y Huntington Park se tiñó de incertidumbre y desconfianza.
Desde el 6 de junio, ICE ha intensificado operativos en California, con más de 1.600 detenciones, muchas de ellas de personas sin antecedentes penales. Familias enteras dejaron de asistir a eventos públicos por miedo a ser capturadas, generando lo que líderes comunitarios han llamado una “celebración del miedo”.
> “¿Cómo celebrar la independencia si la libertad de nuestras familias está en juego?”, se preguntó Mariela Gómez, madre salvadoreña de tres hijos nacidos en EE. UU., en una reunión de vecinos en Bell Gardens. “Nos han borrado del espacio público con miedo.”
Las cancelaciones ocurrieron en su mayoría sin mención directa al ICE. Sin embargo, alcaldes y concejales reconocieron en entrevistas extraoficiales que la presencia de agentes migratorios cerca de escuelas, parques y centros comunitarios motivó la decisión.
El silencio institucional y la resistencia civil
La respuesta de autoridades estatales ha sido ambigua. Mientras el gobernador defendió la “autonomía de los municipios para priorizar la seguridad de sus residentes”, organizaciones de derechos civiles han denunciado una campaña de intimidación sistemática. El grupo “California Libre” organizó vigilias y protestas en la víspera del feriado, con consignas como “La patria también es nuestra” y “Aquí celebramos resistiendo”.
Analistas señalan que estas redadas podrían tener motivaciones políticas en un año electoral marcado por el discurso antiinmigrante. Para muchos residentes, el impacto va más allá de lo político: se trata de una ruptura emocional con un día que solía unir.
> “Aquí el 4 de julio no huele a pólvora ni a parrilla, huele a miedo,” comentó un vendedor ambulante en Huntington Park que pidió resguardar su identidad.
Comunidades que se organizan
Ante el clima de tensión, algunas iglesias y centros culturales decidieron transformar las celebraciones en encuentros privados. Sin embargo, organizaciones como la Red de Defensa Migrante ofrecieron talleres sobre derechos civiles y orientación legal, reforzando un sentido de comunidad frente al aislamiento.
El festejo patrio, para muchos, fue reemplazado por una jornada de resistencia silenciosa. En patios traseros y salas comunes, familias compartieron comida entre susurros, aferrándose no a la libertad que se conmemora, sino a la que sienten que les están negando.
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