02/01/2017/actualidad.rt.com / MF
Mientras estaba tendido en el suelo, el atacante le disparó a quemarropa pero la bala cambió de trayectoria al impactar en el teléfono que llevaba en el bolsillo.Cuando el reloj marcó el primer segundo del año 2017, Jacob Raak, de 35 años, levantó la copa, gritó lo más fuerte que pudo y se abrazó con sus amigos.
Él era una de las 600 personas que a esa hora se habían congregado en la discoteca Reina de Estambul, en Turquía, para recibir al nuevo año. Y era también una de las personas más afortunadas del lugar, aunque en ese momento él todavía no lo sabía.
Una hora más tarde, el festejo devino en pánico cuando un hombre armado con un fusil kaláshnikov abrió fuego sin mediar palabra y se cobró la vida de 39 personas, 24 de ellas extranjeras. Raak salvaría su vida de forma sorprendente.
Escapar a la muerte por milímetros
Jacob Raak, dice un relato difundido por la cadena Fox News, es un empresario de Delaware, Estados Unidos, que a la 1:15 de la madrugada del 01 de enero de 2017 no solo escuchó los disparos que hizo el atacante, sino que recibió uno de ellos.
Lo recibió en una pierna, pero la bala impactó contra su teléfono móvil, desviando la trayectoria. La bala, que ingresó cerca de la cadera, agrega la nota, se detuvo cerca de su rodilla.
«De no haber sido por el celular», la bala habría alcanzado una arteria principal, con lo que habría perdido la vida.
En el piso
Entrevistado por varios medios, Raak aseguró que al iniciarse la balacera optó por quedarse tendido en el suelo, «sin hablar y sin moverse», pero el pistolero apuntó a la gente que estaba en el piso y disparó a varios.
«Cuando me disparó, no me moví, solo dejé que me disparara», dijo Raak.
Según testigos, muchos de los presentes que lograron huir de las balas se lanzaron a las heladas aguas del Bósforo, sobre cuyas orillas se encuentra la discoteca.
El empresario estadounidense, luego de ser atendido en un hospital, consideró que es «la persona más afortunada de todas».
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