17/12/2015/
Si tu primera reacción al leer meditación es pensar en algo complicado y que no puedes hacer, es hora de que cambies de idea. No sólo que meditar es fácil y natural, sino que lo has hecho de forma involuntaria montones de veces en tu vida. Aquí aprenderás a utilizar la meditación de forma sistemática, a incorporarla a tu vida para que puedas ser más feliz, para que puedas estar más ordenado y sentirte más libre. No tengas dudas: la meditación definitivamente es para ti y te resultará tan natural como respirar.
La mente
En este mundo racional en el que vivimos, donde estamos habituados a pensar de forma lógica, solemos creer que entendemos a nuestra mente. Creemos que la dominamos, pero eso no es más que una ilusión. Prueba lo siguiente: siéntate durante diez minutos con los ojos cerrados e intenta poner toda tu atención en la respiración y nada más que en tu respiración. Luego observa lo que sucede. Invariablemente, lo que ocurrirá es que escucharás a tu mente como si se tratara de una radio; acudirán montones de pensamientos, una tras otro, en un ritmo vertiginoso, y tu atención se irá rápidamente de tu respiración para pasar a formar parte del coro interminable de esos pensamientos. Es un ejercicio interesante para experimentar lo siguiente: no somos nosotros los que dominamos a nuestra mente, es nuestra mente la que nos domina a nosotros.
¿Qué dicen los que saben?
Eckhart Tolle, un reconocido maestro en el arte de la psicología humana, explica lo siguiente en su popular libro «El poder del ahora»: «La mente es un instrumento magnífico si se usa correctamente. Utilizada de forma inadecuada, sin embargo, se vuelve muy destructiva. Para decirlo en forma más exacta, no es tanto que usted la utilice inadecuadamente, generalmente usted no la utiliza en absoluto. Ella lo utiliza a usted». Reflexiones semejantes pueden leerse de cantidad de maestros espirituales de Oriente. Y eso sucede porque entendieron, de forma profunda y vivencial, lo que puedes comenzar a entender con el sencillo ejercicio de la diapositiva anterior. La meditación es una herramienta que te ayudará para controlar tu mente; o dicho de una manera más exacta: para liberarte de tu mente.
La mente, una poderosa herramienta
La mente es una parte más de nosotros tal como nuestro cuerpo o nuestras emociones. Sin embargo, muchas veces creemos que nosotros somos la mente. Nos identificamos con nuestros pensamientos, nuestras creencias, nuestras ideas. Nos aferramos a todo eso que creemos ser y que llamamos «yo». Creemos que sin toda esa identificación estaríamos perdidos. Y muchas veces ese «yo» se aferra a pensamientos de dolor, a creencias destructivas, a formas de relacionarse que le hacen daño. ¿Pero cómo hacemos para soltar todo eso? La meditación es una técnica poderosa que te ayudará a liberar los viejos patrones de tu mente.
Te aferras al sufrimiento
¿Has sentido alguna vez cómo le das vueltas y vueltas a pensamientos que te hacen sentir mal? Quizás tu pareja ha terminado contigo, quizás un familiar tuyo está enfermo o quizás simplemente la pasas mal mientras estás en el trabajo. ¿Te hace bien volver al mismo pensamiento una y otra vez? ¿Y entonces por qué lo haces? ¿Has probado evitarlo? Si has intentado evitar sentir lo que sientes (por ejemplo, dolor en el caso de una pérdida), sabrás que no es posible hacerlo del todo. Puedes intentarlo y apaciguar el dolor, pero no podrás lograrlo de forma definitiva. ¿Por qué? Por que no dominas tu mente, no puedes elegir qué pensamientos y sensaciones acuden a ti y cuáles no. Si es una pérdida grande, quizás hayas probado «apagarla» con el alcohol o algún otro psicoactivo; si bien puede resultar un disuasorio poderoso y parece que ya no sientes el dolor, eso es sólo aparente. El pesar volverá. Si no puedes dominar la mente y apagar el dolor, ni puedes utilizar un disuasorio porque su efecto durará un tiempo determinado, ¿entonces qué haces para evitar sentirte mal?
Abraza tus emociones
La meditación es un canto a la vida, es decirle que sí a todo lo que te ocurre, es aceptar lo que está sucediendo por dentro tuyo. Si no puedes controlar un pensamiento, si no puedes dominar una emoción y hacer que se acabe a tu voluntad, ¿entonces qué te queda? La meditación es lo que te queda.
¿Qué es la meditación?
La meditación es aprender a observar eso que sucede en tu interior. Es ser honesto con cualquier emoción o pensamiento que tengas. Negarlo no hará que se vaya, porque no puedes negar algo que está dentro tuyo; por más que lo niegues, allí está, en tu interior. Tú no has elegido que esté allí y, por eso mismo, tú no puedes hacer que se vaya. Lo que puedes hacer es reconocer que se encuentra en ti, puedes observarlo, ser conciente de su presencia. Cuando observas y aceptas eso que está dentro tuyo, desactivas el poder que tiene sobre ti.
Imagínate en una situación de vida o muerte, imagínate en el bosque, solo, frente a un depredador que te está observando y midiendo; no tienes forma de escapar y sientes un miedo atroz. ¿Pero qué puedes hacer? ¿Puedes evitar sentir miedo? De ninguna manera puedes eliminar esa sensación. Pero lo que puedes hacer es aceptar que está esa sensación, aceptar que tienes un miedo terrible y que la situación es sumamente delicada. Lo que generas, al aceptar el miedo, no es hacer que el miedo desaparezca; pero puedes lograr que deje de controlarte. Seguramente tus oportunidades de salvación serán mucho mayores si actúas con la mente tranquila (aunque en tu interior bulla el miedo) que si actúas dominado por emociones fuertes. De eso se trata la meditación. No se trata de dejar de sentir, se trata de que esas sensaciones, emociones y pensamientos no sigan controlando tu vida.
¿Cómo meditar?
Meditar es estar atento a lo que sucede en tu interior. Eso lo puedes hacer de cualquier manera, mientras viajas a tu trabajo, mientras hablas con un amigo, mientras haces deporte; en cualquier situación puedes comenzar a estar atento de lo que está sucediendo en tu interior. Lo repito: no es cuestión de que desaparezcan tus emociones, sino de que aprendas a observarlas y que al observarlas y aceptarlas dejen de controlarte. Simplemente observa tus pensamientos y tus emociones. Cuando seas honesto contigo mismo y veas todo lo que sucede en tu interior, te sentirás un poco como un loco. Verás que hay una gran «vida» en tu interior a la que no estabas atento; comenzarás a observar eso que llaman «mente inconsciente». ¿Qué es el inconsciente después de todo? Una enorme gama de pensamientos, emociones y sensaciones que no puedes ver (y por lo tanto, mucho menos aceptar) y que se filtran en tus acciones y tus pensamientos y pasan a controlar tu vida. La meditación será un trabajo arqueológico: al ir observando y aceptando tus pensamientos y tus emociones, irás cada vez escarbando más y observando los mecanismos con que funciona tu mente. Al hacerlo tendrás cada vez más control sobre ti e indefectiblemente te sentirás mucho mejor.
Ejercicios de meditación
Comenzar a observar lo que sucede en tu interior es un buen paso. Eso lo puedes hacer en cualquier situación y es un gran ejercicio para agudizar tu conciencia. Pero también puedes ejercitarlo específicamente, lo que te permitirá un trabajo mayor, ya que tu atención será más profunda. Elige una habitación tranquila de tu casa o un lugar plácido en la naturaleza, o donde sea que te sientas cómodo. Para meditar no es necesario en absoluto que estés en esas difíciles posiciones de meditación que has leído en libros o visto en películas; no es necesario que seas un experto en yoga para poder acceder a tus pensamientos, a tus sensaciones y a tus emociones; eso es ridículo. Basta con que estés presente, y eso lo puedes lograr en cualquier postura. Ponte cómodo. Mientras más cómoda sea tu postura, más tranquilo podrás estar, más quieto te mantendrás y más podrás enfocarte en sentir lo que ocurre en tu interior. Consigue una posición cómoda y comienza a observar tus pensamientos, tus emociones y tus sensaciones. No reprimas nada, no juzgues nada, no critiques un pensamiento; déjalo que fluya. Si lo criticas y lo reprimes, el pensamiento te estará dominando, y no harás más que reproducirlo y amplificarlo. Si lo observas y lo aceptas y «no le das espacio», el pensamiento o la sensación comenzarán a perder la fuerza que tienen en ti. Si sientes tristeza y la aceptas, la tristeza ya no tendrá fuerza sobre ti. Si sientes dolor y lo aceptas, el dolor ya no tendrá fuerza sobre ti. ¿Y qué ocurrirá a continuación?
Estar presente es estar feliz
Cuando aceptas tu presente, cuando puedes observar lo que ocurre en tu interior y lo validas, irremediablemente comienzas a estar mejor, a sentirte más libre y más feliz. Cada ser humano tiene un cúmulo distinto de pensamientos y emociones; cada persona tiene una vida completamente distinta y suceden en su interior ocurrencias particulares; eso da igual. Lo que verdaderamente importa es entender que todo eso ya está en tu interior, que al igual que no lo has elegido, no puedes cambiarlo. La meditación no se trata de cambiar; se trata de aceptar. Esto no significa que luego no puedes cambiar una forma de ser o un trabajo, o tu forma de relacionarte con tus amigos o de transitar una pérdida; significa que en tu momento presente, lo que ocurre en tu interior ya está en tu interior. Si lo observas y lo aceptas y dices «esto está en mi interior y no importa», ese pensamiento o emoción perderá la fuerza que tiene sobre ti. ¿Y qué ocurre entonces? Al observar y aceptar te sientes más libre, te sientes más pleno; estás presente y en perfecta comunión con lo que sucede en tu presente. Tu interior fluye como un río y lo observas y lo aceptas, y sientes una gran paz, un gran bienestar.
Meditar es liberar
Anímate a meditar y a conocerte a ti mismo; ejercita la conciencia de estar alerta de lo que sucede en tu interior; anímate a transitar tus emociones, a vivirlas y a aceptarlas. Sentirás una dicha indescriptible. Porque te sentirás vivo; ocurra lo que ocurra, vivirás cada emoción y estarás más vivo que nunca. Vivirás y aceptarás cualquier cosa que te ocurra, y al vivirla y aceptarla ya no tendrá fuerza sobre ti. Es una sensación hermosa: es como ver al mar embravecido golpeando con fuerza la playa y saber que ni el mar ni la playa están sufriendo en absoluto. Están tan presentes como lo puedes estar tú una vez que aceptes ese mar embravecido que tienes dentro de los confines de tu cuerpo. Los sucesos te seguirán golpeando como golpea el oleaje del mar, pero tú serás como la playa: no te alterarás. Estarás en control de ti, y no será tu mente quien te controle. Ejercita tu meditación, ejercita tu atención sobre el momento presente, y ganarás paz y tranquilidad.
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