02/03/2016/Muy Interesante/YR
¿Nos quitarán las máquinas la exclusividad de la expresión artística?
Cualquier mánager sueña con ellos: llegan puntuales a conciertos y grabaciones, no se drogan ni emborrachan, no destrozan habitaciones de hotel y no cobran. Son los Z-Machines, tres robots japoneses muy capaces: teclista, guitarrista (maneja 12 púas con sus 78 dedos) y batería (22 vertiginosos para aporrear los bombos) que han grabado un álbum con los temas compuestos para ellos por Squarepusher, un productor británico de que explora si estos androides pueden interpretar piezas “emocionalmente atractivas”.
Existen otras bandas robóticas como los Compressorhead, que le dan al heavy metal. La cuestión es: ¿cuándo compondrán sus propias en lugar de limitarse a reproducir las de los humanos?
Hay máquinas que ya lo hacen. Iamus es un ordenador de la Universidad de Málaga que ha compuesto nueve piezas de música clásica contemporánea. Ha sido programado con ciertas instrucciones –por ejemplo, que un pianista no puede tocar un acorde de 10 notas con una sola mano, ya que solo tiene cinco dedos– y a partir de ahí y con una mínima información inicial tarda unos 8 minutos en crear una composición mediante un algoritmo.
Creatividad artificial
El arte parece una actividad exclusivamente humana… aún. El robot pintor e-David (Universidad de Konstanz, Alemania) es un brazo controlado por ordenador que se vale de cinco tipos de pinceladas y 24 colores para pintar cuadros que nadie atribuiría a una computadora. Este pintor artificial parte de una foto del tema a plasmar y calcula los movimientos necesarios para convertir una imagen en un dibujo o pintura de distintos estilos. e-David no es consciente, pero toma decisiones y ajusta sus movimientos en función de lo que va haciendo, lo que ya supone un gigantesco avance.
Hay más ejemplos que indican que tal vez nos acerquemos al punto en el que las máquinas podrán ser llamadas artistas con propiedad. The Painting Fool (creado por Simon Colton, profesor de Computación del Imperial College de Londres) es un software al que se ha enseñado a reconocer las emociones humanas. Cuando se le aporta información (noticias, una historia…) crea una imagen para ilustrarla. El programa elige la paleta de colores, los materiales y la técnica sin intervención humana alguna y pinta cuadros que se han expuesto con éxito. Colton trabaja en una versión literaria (Writing Fool) que escriba poemas por su cuenta.
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